La página web del psicólogo y psicoanalista Michel Sauval presenta artículos muy interesantes sobre las relaciones entre la ciencia y el psicoanálisis.
Como se sabe, el psicoanálisis ha tenido mucha influencia en la Academia durante bastante tiempo, pero ha caído en descrédito en un cierto sector de la psicología (especialmente, en las escuelas o doctrinas de tendencia positivista o afines a ella); aunque irónicamente, ha sido la neurociencia actual la que parece validar (y reivindicar) algunas de las ideas básicas del psicoanálisis, mostrando que la oposición al psicoanálisis puede derivar más de prejuicios filosóficos (especialmente epistemológicos), que de la evidencia científica. Sauval analiza también algunos de estos aspectos.
De especial interés encontré el análisis crítico de Sauval del Físico (y positivista) Alan Sokal, autor del libro titulado "Imposturas intelectuales", y responsable del llamado "Affair Sokal", iniciado por una publicación en una revista de ciencias sociales de un artículo absurdo lleno de terminología científica. Con ello, Sokal pretendió desenmascarar la falta de rigor que existe en algunas revistas de ciencias sociales, especialmente aquellas afectas al posestructuralismo (llamadas erróneamente por Sokal, si ninguna matización o distinción conceptual, como "posmodernas").
En su libro, Sokal amplió su crítica, extendiéndola al relativismo epistémico y a otras tesis filosóficas contemporáneas (a las que intentó refutar) y ha documentar el abuso que algunos intelectuales hacen de la terminología científica.
Por supuesto, que tan pretenciosa empresa filosófica venga de un físico, y no de un filósofo, no es sorprendente para quien haya visto como a veces los científicos profesionales, en un alarde de arrogancia (e ignorancia), buscan pontificar en temas ajenos a su disciplina (a la que consideran "superior" al resto, y por tanto, con autoridad suficiente para "corregir" a las demás), como puede verse en la incursión del zoólogo Richard Dawkins en temas teológicos y filosóficos. (Quien esté familiarizado, aunque sea superficialmente, con la literatura filosófica relevante en estos temas reconocerá inmediatamente la gran ingenuidad y simpleza de los argumentos de estos sujetos, que confunden temas científicos con temas filosóficos con gran facilidad, precisamente porque desconocen las complejidades del tema que critican; y juzgan solo desde las anteojeras y perspectiva estrecha, pero generalizada en forma dogmática, de su disciplina científica; como quien ve el mundo solo con gafas verdes, considerando que lo "no verde" no existe, es espurio o solo es una ilusión. Las obras de estas personas casi siempre tiene un efecto persuasivo solo en los que ya están predispuestos a aceptarla, o a los que ignoran las materias criticadas y se creen fácilmente las refutaciones simplistas de caricaturas creadas por la autoridad a la que admiran, pero casi nunca produce efecto alguno a los expertos de las disciplinas criticadas, porque éstos habitualmente reconocen rápidamente las caricaturas creadas, y la irrelevancia, superficialidad, o ignorancia de la crítica formulada, en una forma análoga a cuando algunos de ustedes, lectores, reconoce fácilmente lo absurdo o ignorante de los comentarios "críticos" de alguien que opina, sin conocimiento adecuado o suficiente, en el área en la que usted es especialista).
Aunque lo anterior puede ser importante al momento de evaluar el "background" del crítico, esa importancia no debe exagerarse, ya que los argumentos (vengan de quienes vengan) deben examinarse en sí mismos, y no en relación con quien los plantee. Pero como los argumentos no surgen de la nada, ni se expresan ellos mismos, ni se interpretan solos, siempre es bueno saber también quién los plantea, desde que "perspectiva" (con qué "gafas" los enfoca) y por qué motivos (esto ofrece una visión panorámica e integral de la situación, no limitada solo a la lógica explícita del discurso, sino además extendida a las facetas no-lógicas del problema).
Yo concuerdo con el filósofo Roberto Follari sobre el hecho de que el Sokal "ha demostrado con consistencia el mal uso de conceptos de ciencia físico-natural en una cierta tendencia dentro de las ciencias sociales", pero que es absurdo pretender que "su ingenioso gesto der producir un texto trucado para filtrarlo en una revista de ciencias sociales, le alcance para afirmar tesis filosóficas generales que está por completo fuera del alcance de ese puntual y limitado recurso"
Pero aun esta conclusión debe mantenerse con reservas, ya que algunos intelectuales han examinado las fuentes que Sokal criticó, y han encontrado evidentes tergiversaciones y falsas imputaciones. Por ejemplo, el matemático y filósofo independiente Gabriel Stolzengerd ha escrito un extenso artículo titulado "A Physicist Experiments with Scholarly Discourse" donde muestra muchas de las imprecisiones, excesos y tergiversaciones de Sokal en el análisis de las fuentes que critica. Stolzenberg tiene una página dedicada al tema de Sokal y a las llamadas "Science Wars" o guerra de las ciencias.
Yo personalmente no acepto ninguna forma de relativismo acerca del conocimiento; pero estoy conciente de la existencia de arduos debates filosóficos al respecto, que no pretendo resolver con argumentos simples o caricaturas desinformadas. Muchas posiciones que uno no comparte pueden ser reformuladas en una forma que las haga más verosímiles o defendibles (reconocer esto nos hace menos dogmáticos). Por ejemplo, en el caso del relativismo, el filósofo Steven Hales ha publicado un artículo titulado "A consistent relativism" donde argumenta una formulación de esta tesis que aparentemente escapa a la mayoría de las objeciones formuladas contra el relativismo. Por lo tanto, y como ocurre muchas veces en filosofía, antes de declarar definitivamente "muerta y enterrada" una cierta tesis filosófica con la que uno está en desacuerdo (algo que a la gente dogmática les encanta mucho hacer), conviene investgar mejor y dejar el dogmatismo, el prejuicio y la arrogancia de lado. (Yo misma, que considero que algunas ideas o doctrinas filosóficas, como el marxismo, han sido sólidamente refutadas en sus fundamentos teóricos, refutación que también se ha confirmado en el fracaso de su aplicación histórica; dejo abierta la posibilidad, aunque remota o improbable a mi juicio, de que "algo" rescatable haya en ellas, o que incluso una nueva reformulación las haga más razonables y fructíferas, o al menos de interés para ciertos ámbitos o materias.)
Es por esto que quienes hayan leído el libro de Sokal, pero al tiempo busquen la verdad y necesiten leer todos los lados de la controversia para formarse una opinión lo más objetiva posible, pueden beneficiarse mucho al consultar las referencias ofrecidas en este artículo, y especialmente la página de Michel Sauval sobre el "affair Sokal".
Cada uno así tendrá elementos suficientes y pertientes para formarse una opinión personal sólida.
Como se sabe, el psicoanálisis ha tenido mucha influencia en la Academia durante bastante tiempo, pero ha caído en descrédito en un cierto sector de la psicología (especialmente, en las escuelas o doctrinas de tendencia positivista o afines a ella); aunque irónicamente, ha sido la neurociencia actual la que parece validar (y reivindicar) algunas de las ideas básicas del psicoanálisis, mostrando que la oposición al psicoanálisis puede derivar más de prejuicios filosóficos (especialmente epistemológicos), que de la evidencia científica. Sauval analiza también algunos de estos aspectos.
De especial interés encontré el análisis crítico de Sauval del Físico (y positivista) Alan Sokal, autor del libro titulado "Imposturas intelectuales", y responsable del llamado "Affair Sokal", iniciado por una publicación en una revista de ciencias sociales de un artículo absurdo lleno de terminología científica. Con ello, Sokal pretendió desenmascarar la falta de rigor que existe en algunas revistas de ciencias sociales, especialmente aquellas afectas al posestructuralismo (llamadas erróneamente por Sokal, si ninguna matización o distinción conceptual, como "posmodernas").
En su libro, Sokal amplió su crítica, extendiéndola al relativismo epistémico y a otras tesis filosóficas contemporáneas (a las que intentó refutar) y ha documentar el abuso que algunos intelectuales hacen de la terminología científica.
Por supuesto, que tan pretenciosa empresa filosófica venga de un físico, y no de un filósofo, no es sorprendente para quien haya visto como a veces los científicos profesionales, en un alarde de arrogancia (e ignorancia), buscan pontificar en temas ajenos a su disciplina (a la que consideran "superior" al resto, y por tanto, con autoridad suficiente para "corregir" a las demás), como puede verse en la incursión del zoólogo Richard Dawkins en temas teológicos y filosóficos. (Quien esté familiarizado, aunque sea superficialmente, con la literatura filosófica relevante en estos temas reconocerá inmediatamente la gran ingenuidad y simpleza de los argumentos de estos sujetos, que confunden temas científicos con temas filosóficos con gran facilidad, precisamente porque desconocen las complejidades del tema que critican; y juzgan solo desde las anteojeras y perspectiva estrecha, pero generalizada en forma dogmática, de su disciplina científica; como quien ve el mundo solo con gafas verdes, considerando que lo "no verde" no existe, es espurio o solo es una ilusión. Las obras de estas personas casi siempre tiene un efecto persuasivo solo en los que ya están predispuestos a aceptarla, o a los que ignoran las materias criticadas y se creen fácilmente las refutaciones simplistas de caricaturas creadas por la autoridad a la que admiran, pero casi nunca produce efecto alguno a los expertos de las disciplinas criticadas, porque éstos habitualmente reconocen rápidamente las caricaturas creadas, y la irrelevancia, superficialidad, o ignorancia de la crítica formulada, en una forma análoga a cuando algunos de ustedes, lectores, reconoce fácilmente lo absurdo o ignorante de los comentarios "críticos" de alguien que opina, sin conocimiento adecuado o suficiente, en el área en la que usted es especialista).
Aunque lo anterior puede ser importante al momento de evaluar el "background" del crítico, esa importancia no debe exagerarse, ya que los argumentos (vengan de quienes vengan) deben examinarse en sí mismos, y no en relación con quien los plantee. Pero como los argumentos no surgen de la nada, ni se expresan ellos mismos, ni se interpretan solos, siempre es bueno saber también quién los plantea, desde que "perspectiva" (con qué "gafas" los enfoca) y por qué motivos (esto ofrece una visión panorámica e integral de la situación, no limitada solo a la lógica explícita del discurso, sino además extendida a las facetas no-lógicas del problema).
Yo concuerdo con el filósofo Roberto Follari sobre el hecho de que el Sokal "ha demostrado con consistencia el mal uso de conceptos de ciencia físico-natural en una cierta tendencia dentro de las ciencias sociales", pero que es absurdo pretender que "su ingenioso gesto der producir un texto trucado para filtrarlo en una revista de ciencias sociales, le alcance para afirmar tesis filosóficas generales que está por completo fuera del alcance de ese puntual y limitado recurso"
Pero aun esta conclusión debe mantenerse con reservas, ya que algunos intelectuales han examinado las fuentes que Sokal criticó, y han encontrado evidentes tergiversaciones y falsas imputaciones. Por ejemplo, el matemático y filósofo independiente Gabriel Stolzengerd ha escrito un extenso artículo titulado "A Physicist Experiments with Scholarly Discourse" donde muestra muchas de las imprecisiones, excesos y tergiversaciones de Sokal en el análisis de las fuentes que critica. Stolzenberg tiene una página dedicada al tema de Sokal y a las llamadas "Science Wars" o guerra de las ciencias.
Yo personalmente no acepto ninguna forma de relativismo acerca del conocimiento; pero estoy conciente de la existencia de arduos debates filosóficos al respecto, que no pretendo resolver con argumentos simples o caricaturas desinformadas. Muchas posiciones que uno no comparte pueden ser reformuladas en una forma que las haga más verosímiles o defendibles (reconocer esto nos hace menos dogmáticos). Por ejemplo, en el caso del relativismo, el filósofo Steven Hales ha publicado un artículo titulado "A consistent relativism" donde argumenta una formulación de esta tesis que aparentemente escapa a la mayoría de las objeciones formuladas contra el relativismo. Por lo tanto, y como ocurre muchas veces en filosofía, antes de declarar definitivamente "muerta y enterrada" una cierta tesis filosófica con la que uno está en desacuerdo (algo que a la gente dogmática les encanta mucho hacer), conviene investgar mejor y dejar el dogmatismo, el prejuicio y la arrogancia de lado. (Yo misma, que considero que algunas ideas o doctrinas filosóficas, como el marxismo, han sido sólidamente refutadas en sus fundamentos teóricos, refutación que también se ha confirmado en el fracaso de su aplicación histórica; dejo abierta la posibilidad, aunque remota o improbable a mi juicio, de que "algo" rescatable haya en ellas, o que incluso una nueva reformulación las haga más razonables y fructíferas, o al menos de interés para ciertos ámbitos o materias.)
Es por esto que quienes hayan leído el libro de Sokal, pero al tiempo busquen la verdad y necesiten leer todos los lados de la controversia para formarse una opinión lo más objetiva posible, pueden beneficiarse mucho al consultar las referencias ofrecidas en este artículo, y especialmente la página de Michel Sauval sobre el "affair Sokal".
Cada uno así tendrá elementos suficientes y pertientes para formarse una opinión personal sólida.