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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Máximo Sandín: Los virus no son patógenos por definición (entrevista)


Esta una entrevista al Dr.Máximo Sandín, y publicada originalmente en el blog "La Ciencia y sus Demonios", la cuál transcribo aquí.

Llegó septiembre, la vuelta al cole, el inicio de curso y con todo ello nuestra sección de entrevistas. En esta ocasión agradecemos la participación en esta sección de Máximo Sandín, doctor en Ciencias Biológicas y Profesor Titular en la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, con el que iniciamos el nuevo curso escolar.

1. En la última década hemos asistido a un “boom” en la secuenciación de genomas de diversos organismos, lo que ha llevado a que ahora dispongamos de bases de datos bastante completas. ¿Cómo crees que esa información puede afectar al entendimiento de los mecanismos evolutivos?

Responderé con las palabras de científicos implicados en estas secuenciaciones: han tenido “profundas consecuencias evolutivas”. Por ejemplo, el genoma de la anémona, cuyo origen se sitúa en hace 700 millones de años, tiene unos 18.000 genes (el hombre tiene unos 22.000) codificantes de proteínas. Se han encontrado en el genoma de la anémona “bloques de ADN” que están presentes en el hombre en la misma disposición. Más del 80% de sus intrones están en los mismos sitios que en el hombre y han encontrado 283 “genes” que en el hombre se asocian a enfermedades, entre ellos, uno casi exacto al “gen” BRCA2, supuestamente responsable del cáncer de mama.

En el genoma del erizo de mar, que se sitúa en 500 millones de años de antigüedad, también existen estos “bloques”. El número de genes codificantes de proteínas es de ¡23.500! de los que compartimos 7.077, entre ellos los relacionados con la visión, olfato y oído pero, sobre todo, los genes Rag (como sabrán, originados por transposones) implicados en la respuesta inmunitaria, y mucho otros genes asociados, en el hombre, con enfermedades como la distrofia muscular, la corea de Huntington… No es extraño que en los comentarios a estos descubrimientos en revistas como Science los califiquen de “revolución intelectual”.

Pero desde el punto de vista concreto de estudios relacionados directamente con la evolución, las secuenciaciones de genomas de mamíferos han desbaratado por completo las antiguas filogenias. Han definido tres superórdenes de mamíferos: Afrotheria (la mayoría de las especies africanas), Xenartra (especies de Centro y Sudamérica) y Laurasiatheria (fundamentalmente los euroasiáticos). Hay otra agrupación superior muy curiosa, Boreotheria, que agrupa a Laurasiatheria con Supraprimates que incluyen roedores y primates. Lo interesante es que estudios de los retrotransposones de mamíferos relacionados con datos paleontológicos indican un origen “casi simultáneo” de estos superórdenes.

A esto hay que añadirle características de los genomas conocidas hace tiempo, como que los genes no son unidades “discretas”, sino que están compuestos por fragmentos de ADN , a veces con muchos intrones dentro, a veces dispersos por el genoma, y que están sometidos a “splicing alternativo” (transcripcional y postranscripcional) es decir a una especie de barajamiento de sus componentes, por lo que una secuencia puede codificar cientos o miles de proteínas diferentes, que se expresan de modo diferente en cada tejido y en cada momento y que esa expresión está controlada por el conjunto del genoma, lo que incluye lo que se ha considerado hasta hace poco ADN “basura”, mediante mecanismos enormemente complejos (microARNs, ARN de interferencia, ARN antisentido…) y que este control está condicionado por el proteoma y el metaboloma, depedientes a su vez de las condiciones del ambiente celular y, por tanto, del ambiente externo. Y que en la construcción de los organismos los genes operan en “redes”. Todo esto sin contar con la herencia epigenética, también dependiente del ambiente.

El prestigioso experto en biología evolutiva del desarrollo Stuart A. Newman lo explica de una manera muy brillante: “los genes no determinan unívocamente lo que hay en la célula, sino que lo que hay en la célula determina cómo se usan los genes”

2. ¿Podrías explicarnos por qué consideras que la Teoría Sintética, en torno a la cual parece que existe un gran consenso, es inadecuada para explicar la evolución?

Después de la exposición, extremadamente simplificada y resumida, de los descubrimientos empíricos, reales, sobre la extremada complejidad del control de la información genética resultaría un insulto a la inteligencia de los biólogos que conozcan las hipótesis genéticas sobre las que está basada la Síntesis “moderna” explicarles por qué éstas no tiene la menor relación con la realidad, pero por si alguna persona no relacionada profesionalmente con la Biología lee esto, lo intentaré explicar de una forma breve: Las hipótesis sobre las que se elaboró, a principios del siglo pasado, la genética de poblaciones, pilar de la Teoría Sintética, suponían que los genes eran entidades discretas, responsables directas de un carácter, con dos variantes, dominante y recesiva, que en una población “de tamaño infinito” las frecuencias de estas variantes responderían a la siguiente relación: p + q= 1, que variaban por mutaciones puntuales, individuales y al azar, que normalmente son deletéreas, pero que “en el caso” de que una de estas mutaciones confiriera “una ventaja” a su portador, con el tiempo se haría mayoritaria o única en toda la especie. Supongo que no es necesaria una gran capacidad de reflexión para comprender que si los datos empíricos ponen de manifiesto que esta concepción de “los genes” no tiene la menor relación con la realidad, es decir, es totalmente falsa, todas las elaboraciones realizadas a partir de ella serán falsas, por muy bien que salgan los números.

3. Tu crítica al “neodarwinismo” se basa, lógicamente, en la invalidez de la selección natural actuando sobre mutaciones al azar como proceso evolutivo. Sin embargo, un organismo originado por simbiosis, un carácter adquirido por transmisión horizontal de genes o cualquier otro mecanismo que sea responsable de la generación de nueva información genética, ¿no se enfrenta a la selección natural para su pervivencia en la población?

Un organismo originado por simbiosis, un carácter adquirido por transmisión horizontal o cualquier otro fenómeno como una duplicación o una reorganización genómica, fenómenos de los que hay abundantes datos, no se enfrentarían a la selección natural; se enfrentarían a la más terrible soledad e incomprensión (los “monstruos esperanzados” de Goldschmidt) si esto se produjera en un solo individuo. La cuestión es que hay datos que indican que estos cambios se pueden producir en grupos de individuos, lo que produce una población con estos cambios. Se ha comprobado experimentalmente que en los genomas existen “hot spots”, (puntos calientes), sitios donde tienden a insertarse los elementos móviles cuando cambian de localización, donde tienden a producirse duplicaciones o inserciones de virus. También se han encontrado “hot spots” para la transferencia horizontal. Es decir, si estos cambios pueden hacer aparecer una población con nuevas características, aparece y ya está, la selección natural no tiene papel que jugar en este proceso.

De hecho, hay datos concretos sobre estos cambios bruscos en las poblaciones. En una investigación publicada el año pasado en Nature, se estudiaron 100 filogenias de animales, plantas y hongos. Encontraron que en el 78% de los “árboles” las especies aparecían claramente por eventos repentinos. Y finalizan con una reflexión muy interesante: “Speciation is freed from the gradual tug of natural selection, there need not be an ‘arms race’ between the species and its environment, nor even any biotic effects”.

4. Uno de los pilares centrales, y que aún sigue vigente, de la teoría de Darwin es que cualquier modificación -sea cual sea su origen y su envergadura- que aumente la probabilidad de alcanzar la edad reproductora o mejore ésta, será seleccionado positivamente, mientras que una alteración que disminuya estos factores lo será de forma negativa. ¿Piensas que este concepto es erróneo en sí mismo, o por el contrario está mal entendido en la biología evolutiva actual?

No pienso que este concepto (si se le puede llamar así) sea erróneo. Es una perogrullada. Es evidente que si un ser vivo tiene una patología, un defecto o un desgraciado accidente que le impide llegar a la edad reproductora, no se reproducirá. Lo que no puedo imaginar desde un punto de vista biológico es qué tipo de modificación puede sufrir un ser vivo, cuya condición natural es llegar a la edad reproductora (si no, no existiría la especie) para que una “modificación” aumente su probabilidad de alcanzar la edad reproductora. En cualquier caso, quizás sea un problema mío, pero no comprendo qué tiene esto que ver con los fenómenos genéticos y embriológicos implicados en la evolución.

Y sí, efectivamente, parece que este es uno de los “pilares centrales” de una teoría de la evolución del Siglo XXI.

5. Creo que has postulado que los verdaderos artífices de la evolución son los virus, que permiten la integración de genomas completos y funcionales en otros organismos. ¿Que ejemplos podemos observar de funciones o caracteres específicos que hayan sido conseguidos mediante la integración de genomas víricos?

En estos momentos no se puede decir que soy el único en mantener esa afirmación. Por ejemplo, Carl Woese, Luis Virarreal, Günther Witzany, Patrck Forterre, Nigel Goldenfeld, Philip Hunter, Peer Bork, por citar algunos virólogos o microbiólogos prestigiosos, tienen abundantes publicaciones en este sentido. De ellas y algunas otras publicaciones se pueden resumir algunas de las funciones y caracteres por los que preguntan, por ejemplo:

- Características del núcleo eucariota no provenientes de las bacterias, como cromosomas lineales, telómeros y telomerasas, y separación de la transcripción de la traslación son de origen viral.
– El 10% del genoma humano está formado por retrovirus endógenos que se expresan en todos los tejidos y órganos como parte constituyente y esencial, tanto en el estado adulto como, especialmente, en el desarrollo embrionario.
- Los intrones han mostrado ser de origen viral.
- Se ha comprobado que los retrovirus endógenos codifican microRNAs.
- Se ha comprobado que los virus endógenos poseen capacidad de edición del genoma.
- Existen cientos de miles de fragmentos dispersos de virus que son constituyentes del genoma, especialmente sus LTR (“long terminal repeats”), que son reguladoras y promotoras de otros genes.

En cuanto al proteoma, se ha comprobado que son codificadas por virus las glicosiltransferasas, ubicuitina, DNA ligasa, ribonucleotido reductasa 1, SNF2 global transactivator, inhibidor de la apoptosis, quitinasa, UDP-glucosiltransferasa… Por ejemplo, los priones, que son proteínas de comunicación celular son los genes de la cápside (NCp7) del HIV-1, el gen ERVWE1 de la cápside del retrovirus endógeno W codifica las sincitinas, proteínas responsables de la formación del sincitio-trofoblasto, es decir, implicadas en la placentación… Hay bastante bibliografía al respecto.

Pero si seguimos la pista a los transposones y retrotransposones, parece que finalmente reconocidos como de origen viral, nos encontramos con que la inmensa mayor parte de los genomas en su sentido real, es decir completo (secuencias repetidas, LINEs, SINEs, intrones, etc) son de origen viral.

En definitiva, parece que hay que datos que conceden a los virus un papel digno de consideración en la evolución.

6. Los virus como “mensajeros” nos obliga a pensar obligatoriamente en la historia del huevo y la gallina, dado que sus genes debieron formarse de alguna manera ¿como piensa que surgieron y evolucionaron los primeros virus o sus precursores?

Como intento basar lo que planteo sobre datos empíricos, verificables, y no sobre especulaciones responderé de una manera muy sencilla: no tengo la menor idea. Todavía no hay datos que permitan comprender cuando, donde y como se produjeron los virus. La especulación de que podían provenir de genes celulares “escapados” por su condición “egoísta” se ha venido abajo con el hallazgo de millones de genes virales que no tienen correspondencia con ningún gen de seres vivos. Se sabe que los virus bacterianos (fagos) estaban en la Tierra junto con las bacterias antes de que la vida, tal como la conocemos, fuera posible, y que su variedad era muy grande desde el principio. Como no parece que sea imprescindible inventarse un origen para comprender su función, habrá que esperar nuevos datos.

7. Me ha parecido leer que no defiendes la posición actual de los epidemiólogos, que tienden a considerar la interacción contra los patógenos como una batalla, porque estos organismos (especialmente los virus) son creadores de diversidad génica. ¿Estoy equivocado? ¿Cómo se debería proceder entonces, tanto de forma preventiva como curativa, contra ese tipo de microorganismos que se encuentran en todos los habitats?

Me resulta muy curioso cuando se habla de la posición actual de “los epidemiólogos”. Es como cuando se habla de lo que sostienen “los biólogos”, porque así como hay biólogos que creen firmemente en determinadas cosas, hay (habemos) muchos biólogos, y más de los que se piensa, que no “creemos” en ellas. En el caso de los epidemiólogos, hay muchos que siguen a pies juntillas los dictados de la industria farmacéutica, pero hay muchos otros, muy cualificados, que son muy críticos con ella, por ejemplo, con las campañas de vacunación masiva. Mi contacto con este tema y con epidemiólogos críticos se produjo como consecuencia de la vergonzosa (y peligrosa) campaña de vacunación masiva contra el papilomavirus y las turbias condiciones que rodearon la concesión del Nobel a Zur Hauser como promoción, pero cuando me informé sobre la manera de elaborar las vacunas comprendí muchas cosas, por ejemplo, por qué los virus de la gripe son híbridos de humano y ave, o con secuencias procedentes de cerdos: han fabricado las vacunas contra la gripe cultivando virus de de la gripe humana en huevos de gallina embrionizados, y el nuevo sistema es cultivarlos en líneas celulares. Tanto en un caso como en otro los cultivos están repletos de virus y retrovirus endógenos en plena actividad. Esto explica las hibridaciones de los virus. Y también explica por qué cada año, con cada nueva campaña de vacunación, los virus “mutan”. Por cierto, en los años 80 Hillary Koprovsky fabricó, en un laboratorio del Congo, una vacuna contra la polio utilizando como sustrato riñones enteros de chimpancé y mono verde, con sus virus endógenos de la inmunosupresión correspondientes.

La asociación de virus con determinadas enfermedades puede estar condicionada por la concepción belicista dominante de los fenómenos naturales. Se ha comprobado experimentalmente que los órganos o tejidos sometidos a estrés o “agresiones” ambientales pueden emitir partículas virales. Por eso se asocian enfermedades como el cáncer, la artritis, el síndrome de fatiga crónica y otras asociaciones aún más absurdas a un origen viral. La conclusión (provisional) que se puede obtener de todo esto es que los virus asociados con enfermedades serían virus que tienen una función concreta en los organismos y su aparición se debe a que han sido sometidos a una agresión ambiental o alguna manipulación como las antes descritas.

Y claro que se encuentran en todos lo hábitats en unas cantidades más que astronómicas y con unas funciones perfectamente integradas en ellos. Por ejemplo, en aguas marinas (no he visto estudios en agua dulce) se han contado diez mil millones de virus por litro que están implicados en el control de la base de la pirámide trófica y para impedir que el crecimiento excesivo de bacterias y algas dificulte la entrada de los rayos solares necesarios para la vida marina y también en fenómenos biogeoquímicos fundamentales que incluyen la contribución de los derivados sulfurosos que produce su actividad a la nucleación de las nubes. En la tierra los números y actividades son semejantes (se han contado quinientos millones de virus por gramo de tierra seca). Según Carl Woese, posiblemente el más prestigioso microbiólogo actual, los virus de los ecosistemas “constituyen un importante almacén y memoria de información genética de una comunidad, contribuyendo a la dinámica evolutiva y a la estabilidad del sistema”. Según Luis Villareal de la Universidad de California, el 80 % de los genes encontrados en los virus de los ecosistemas marinos y terrestres no tienen correspondencia con ningún gen conocido.

También tememos miles de millones de virus (fagos) en nuestro aparato digestivo, que son los elementos de comunicación y control de las colonias bacterianas. Recientemente se han secuenciado 3,3 millones de genes (150 veces el genoma humano) pertenecientes a las colonias de bacterias de nuestro intestino que son imprescindibles para la vida, es decir, también son nuestro genoma.

Parece claro que los virus no son patógenos por definición como, al parecer, ya se ha asumido con las bacterias (se han estimado cuarenta millones de bacterias en un gramo de tierra y un millón en un mililitro de agua dulce, y en nuestro organismo se estimó hace tiempo que hay diez veces más bacterias que células, pero seguramente son más). Está claro que si todos lo fueran no viviríamos ni un segundo. Y también parece claro a la luz de los nuevos datos que hay muchas cosas asumidas sobre las que hay que reflexionar.

8. ¿Tienes alguna hipótesis para explicar lo que ocurrió durante la denominada explosión cámbrica?, ¿puedes sugerir algún mecanismo por el que apareció de golpe una diversidad tan espectacular en un período de tiempo relativamente pequeño?

Tengo una explicación, para mí muy plausible (aunque, naturalmente, puedo estar equivocado) para la explosión del Cámbrico, real, según los estudios de Simon Conway Morris, que no sé si se puede considerar una hipótesis. Lo que he hecho ha sido seguir la pista de los datos hasta llegar a una (posible) explicación. Intentaré resumir este camino:

Sabemos que hay virus que contienen, que codifican secuencias funcionales con contenido biológico concreto en organismos eucariotas. Sabemos que los retrotransposones, provenientes de los retrovirus, son los responsables de las duplicaciones de ADN en los genomas. Sabemos que los genes homeóticos fundamentales (hay otros pequeños o fragmentarios) que controlan el desarrollo de tejidos y órganos y que, por fuerza, estaban presentes en el Cámbrico, están constituidos por secuencias repetidas en tandem y que en distintos organismos difieren por el número de duplicaciones por lo que su contenido, su “significado”, tendría que estar contenido en la secuencia original de esas duplicaciones (de hecho los retrovirus endógenos tienen una gran actividad en el desarrollo embrionario). Esto explicaría la aparición repentina de distintos organismos complejos a partir de antecesores muy simples. Lo que está claro es que los conservadísimos “bloques” de genes del desarrollo no pueden haberse producido por mutaciones “al azar” de los conservadísimos genes bacterianos de arqueas y eubacterias que todavía se pueden identificar en los organismos eucariotas. La conclusión (provisional) es que los retrovirus están en el origen de los genes del desarrollo y que sus inserciones en los genomas de los sencillos organismos previos pueden explicar, mediante distintas combinaciones de ellos, la explosión de diversidad animal del Cámbrico.

Comprendo que el fenómeno resulta muy complejo y difícil de “visualizar” tal como nos han enseñado a pensar en “como ha de ser” la evolución, pero los datos nos están mostrando fenómenos biológicos extraordinariamente complejos y parecen apuntar claramente en esa dirección. Creo que no se pierde nada por atreverse a pensar en ello y quizás se puedan entender muchos otros fenómenos.

9. Ahora vamos a viajar bastante más atrás en el tiempo. La ciencia todavía no conoce con seguridad cómo surgió la vida sobre nuestro planeta. ¿Tienes alguna hipótesis que explique cómo ocurrió ese evento?

No. En este caso tampoco tengo hipótesis. Lo que hay son datos de espectro de infrarrojos sobre meteoritos con una carga abundante de agua y materia orgánica. Esta primavera se ha publicado en Nature el hallazgo de que ambos están no sólo presentes sino “prevalentes” en el asteroide 24 Themis. Parece bastante asumido que el agua de la Tierra proviene, mayoritariamente, de meteoritos que impactaron en ella (y como sabemos, el agua marina es una auténtica “sopa” de bacterias y virus). He leído artículos de revistas de Astrobiología, de Cosmología y de Astrofísica que hablan con toda naturalidad del origen de la vida en el espacio exterior. Y las bacterias y los virus estaban en la Tierra antes, al parecer; de que existieran condiciones para la vida tal como la conocemos. También sabemos que hay bacterias y, por supuesto, los virus, que pueden resistir perfectamente las radiaciones del espacio exterior. Habrá que esperar a tener datos directos sobre cómo está organizada la materia orgánica detectada en los asteroides.

10. ¿Cuál tu opinión acerca del Diseño Inteligente, es una alternativa científica al darwinismo como plantean sus proponentes o es algo que pertenece al terreno de la metafísica y no de la ciencia?

La actividad científica consiste en estudiar fenómenos naturales, materiales, para intentar comprenderlos hasta donde sea posible mediante observaciones o experimentos que sean verificables o reproducibles, es decir mediante explicaciones materiales basadas en hechos materiales, y siempre será una explicación parcial, provisional. (Sabemos que hay otras vías de acceso al conocimiento, pero en este caso estamos hablando de la práctica científica, que es a la que me dedico o pretendo dedicarme). Recurrir a un ente abstracto y todopoderoso para explicar lo que nos resulta difícil de entender o de explicar con los medios actuales está fuera de la práctica científica. La actividad científica consiste en llegar hasta donde nos lleven los datos y los medios, las técnicas disponibles y si no se puede explicar “todo” esperar a que nuevos datos o nuevas tecnologías nos permitan seguir profundizando en el conocimiento (y de esto saben mucho los físicos, por ejemplo).

No es científico inventarse supuestas explicaciones o recurrir a especulaciones retóricas para intentar explicar “todo” (y de esto, los biólogos hemos tenido sobredosis durante mucho tiempo). Ahora tenemos datos y conocimientos cada día más profundos, que eran impensables hace unos pocos años y que se están mostrando muy diferentes de cómo se creía cuando no disponíamos de la tecnología actual y que permiten explicar, comprender muchas cosas, pero lógicamente no todas. Quizás no lo consigamos nunca. En cualquier caso, habrá que esperar.

11. No son pocos los que afirman que la ciencia está crisis en favor del pensamiento mítico y la pseudociencias. ¿Estás de acuerdo con esa opinión?, ¿cuál sería para ti una solución para que la ciencia sea percibida como algo importante por parte de la sociedad?

Pues no serán pocos, pero me parece que andan algo despistados. En ningún momento de la historia (al menos en los países autodenominados “avanzados”) la ciencia ha tenido tanto prestigio social como portadora de la Verdad. No hay más que echar un vistazo a los grandes medios de comunicación. Para muchos (quizás sean esos “no pocos” que se sienten “acosados”) el pensamiento científico es la única forma moderna de pensamiento. La única vía para captar la esencia del Mundo, de la realidad (la que sí parece estar en crisis o. al menos, en franco retroceso en la sociedad, es la Filosofía).

A lo que quizás se refieran los que opinan tal cosa es a la minoritaria, pero creciente, actitud crítica con determinadas aplicaciones de “la ciencia” y la búsqueda de alternativas. La enorme capacidad de circulación de la información que se ha producido como consecuencia de acceso a Internet ha producido muchas informaciones “dudosas” pero también ha permitido la circulación de verdaderas noticias que no suelen aparecer en los grandes medios de comunicación. Por ejemplo, sobre los perniciosos efectos para la salud y para el medio ambiente, comprobados por científicos, de los productos transgénicos y sus terribles consecuencias para millones de pequeños agricultores. O los escándalos que se producen periódicamente por los terribles efectos secundarios (o directos) de determinados medicamentos o las prácticas de la industria farmacéutica en el Tercer Mundo. El evidente componente económico que hay detrás de estas industrias hace dudar a muchos de la honestidad de sus intenciones porque cuando el dinero y el poder están por medio la ética, la verdad, incluso la Ciencia, se resienten y, como sabemos, la industria farmacéutica es una de las tres o cuatro que más dinero “generan” en el Mundo y las empresas de la “agroindustria” están acaparando el control de la alimentación mundial. Es comprensible que quienes tengan acceso a estas informaciones intenten buscar alternativas.

El problema científico que subyace en esta situación es que ambas industrias parecen seguir basando sus actividades en concepciones reduccionistas de los fenómenos naturales y la visión competitiva y “azarosa” de las relaciones entre los componentes de la vida, ya superadas por las investigaciones de la Ciencia llamada básica, es decir, no “aplicada”. Por eso, los ataques a estos componentes de la vida producen graves efectos en el organismo que no se identifican como consecuencia de estas agresiones porque no se conoce su verdadera función. Por eso, las manipulaciones genéticas “a boleo” y el uso de virus, transposones y plásmidos como “vectores” para introducir “genes” ajenos en los genomas tienen consecuencias imprevisibles. Por eso, los “genes” introducidos en los seres vivos transgénicos producen alteraciones genómicas de consecuencias imprevisibles e incontrolables y por eso “se escapan” de los organismos transgénicos produciendo una contaminación, un desequilibrio genético irreversible.

En cuanto a la segunda pregunta, intentaré ser más breve. La práctica científica es una actividad maravillosa. Para mí, y supongo que para la mayoría de los científicos, no hay una profesión más bella, más gratificante personalmente, que dedicarse a la búsqueda del conocimiento para compartirlo con los demás. Y los conocimientos, cada día más profundos, sobre la Naturaleza nos están mostrando una realidad que supera las fantasías de la mente más creativa. Un Mundo (tal vez un Universo), en el que todos y cada uno de sus componentes están integrados, coordinados en una red que conecta el mundo orgánico con el inorgánico en la que todos, absolutamente todos sus componentes tienen su papel. Todos contribuyen (no digo “cooperan” porque, como dije antes, ya hemos tenido “sobredosis” de aplicaciones de conceptos sociales a la Naturaleza) al mantenimiento equilibrado de la vida y la Naturaleza tiene sus propios medios para mantener este equilibrio. Pero todo tiene sus límites…

Creo que esto es lo que hay que transmitir a la sociedad, y no los mensajes de “competencia”, de “carreras armamentísticas”, de “ventajas” evolutivas y de “los más aptos”, para que valore a la Ciencia como se merece. Y también explicarle lo que es Ciencia y lo que no es Ciencia (sí, con mayúsculas). Porque la tecnología no es Ciencia. Es la aplicación, con fines prácticos (económicos en nuestra sociedad) de los conocimientos científicos. Pero si estas aplicaciones se realizan sin tener los conocimientos suficientes, sin tener claro qué se está haciendo y sin controlar los efectos de esas manipulaciones, estas agresiones a la Naturaleza se convierten en un peligro de consecuencias imprevisibles.

No me he cansado de repetir esto en todos los sitios donde he podido hablar y de escribirlo donde he podido escribir pero, por mi experiencia, tengo la impresión de que las ideas científicas parecen entenderse mejor si están escritas en inglés, por lo que voy a recurrir a las palabras de Carl Woese en su artículo “A new Biology for a new Century”, publicado en 2004 en la revista MICROBIOLOGY AND MOLECULAR BIOLOGY:

A society that permits biology to become an engineering discipline, that allows that science to slip into the role of changing the living world without trying to understand it, is a danger to itself. Modern society knows that it desperately needs to learn how to live in harmony with the biosphere. Today more than ever we are in need of a science of biology that helps us to do this, shows the way.

viernes, 18 de junio de 2010

Máximo Sandín: Virus y Locura (científica)

VIRUS Y LOCURA (CIENTÍFICA)

Máximo Sandín


Un nuevo “avance científico” ha sido anunciado por los medios de comunicación; un nuevo uso para los fármacos antivirales: El tratamiento “contra la esquizofrenia”. Según la revista Schizophrenia Research (1): “la exposición al virus común que causa el herpes labial puede ser parcialmente responsable de la disminución de las regiones del cerebro y la pérdida de capacidad de concentración, memoria, coordinación de movimientos y destreza ampliamente observado en los pacientes con esquizofrenia". La oportuna aparición de un virus en un órgano, al parecer, deteriorado, abre un nuevo camino para la industria farmacéutica: Estos hallazgos podrían derivar en nuevas formas de tratamiento o de prevención del deterioro cognitivo "que normalmente acompaña a la enfermedad, incluida la terapia con fármacos antivirales", explican los autores.

Como continuación de la desastrosa e indiscriminada lucha contra las bacterias, que ha conducido a una imparable expansión de la resistencia bacteriana a los antibióticos, se ha desatado la lucha contra los virus. Parece que el fármaco estrella de los laboratorios farmacéuticos para el Siglo XXI serán los antivirales. Y tienen un enorme campo de aplicación. Como todos sabemos, cualquier enfermedad de confuso diagnóstico ha sido producida por “un virus”. Por tanto, “hay que combatirlos”. Por ejemplo, el famoso antirretroviral Tamiflu es un inhibidor de la enzima neuramidasa, uno de los dos “antígenos de superficie” (el otro es la hemaglutinina) que porta el virus en su cápsida. En niños tratados con con Tamiflu se han producido problemas neurológicos, a veces muy graves (en Japón se han producido suicidios relacionados con este problema) (2). La neuramidasa es una enzima implicada en el desarrollo y mantenimiento de la vaina de mielina de las neuronas en mamíferos (3) por lo que el efecto inhibidor es inmediato en niños (en adultos, habrá que esperar…).

En el genoma humano se han identificado entre 90.0000 y 300.0000 secuencias derivadas de virus, fundamentalmente de retrovirus (4), pero también existen virus ADN. Concretamente, el genoma del Herpesvirus 6A está integrado en los telómeros de los cromosomas humanos (5).

La variabilidad de las cifras es debida a que depende de que se tengan en consideración virus completos o secuencias parciales derivadas de virus. Estas secuencias son “componentes permanentes del transcriptoma humano”(6), es decir, son partes constituyentes de nuestro genoma y se expresan en todos los tejidos (6). Incluso las secuencias virales que codifican para la cápsida se han mostrado activas en procesos biológicos fundamentales (3, 7, 8). Especialmente abundante y relevante es la actividad de las secuencias de origen retroviral en el proceso de desarrollo embrionario (9), es decir en la formación de nuestros tejidos y órganos. La inferencia coherente de estos fenómenos sería la siguiente: Si los tumores sólidos son un desencadenamiento de un proceso embrionario (10, 11) producido por algún tipo de “agresión ambiental”, la asociación de virus con el cáncer no sería de causa, sino de consecuencia. Lo tumores emiten partículas virales (12). Y la asociación de virus con tejidos dañados o enfermos tendría la misma causa. Se han “diagnosticado” asociaciones verdaderamente absurdas de virus con enfermedades de un evidente origen ambiental, degenerativo o autoinmune, como el síndrome de fatiga crónica, artritis. Alzheimer, tumor de próstata… Incluso, se ha descrito, sin comprenderla, la activación de un virus endógeno como consecuencia de un tratamiento con un fármaco, el Natalizumab contra la esclerosis múltiple, que “despertaba un virus dormido en los riñones” cuya “malignización” desencadenaba una Leucoencefalopatía Multifocal Progresiva.

La guerra contra los virus, desatada, fundamentalmente, por las empresas que financian de un modo creciente la investigación biológica “aplicada” (es decir, con fines comerciales) se ha convertido en un sinsentido totalmente a espaldas de los conocimientos derivados de la investigación “básica”, es decir, la verdadera investigación científica. La elaboración de vacunas (otro gran negocio para estas empresas) cultivando virus en embriones de pollo (12) o, las más “modernas”, que utilizan líneas celulares para el cultivo (13), son verdaderas fábricas de virus híbridos (por no hablar de las vacunas “transgénicas”) cuyos potenciales peligros pueden ser de una extremada gravedad (14, 15, 16). Y la tendencia demencial del uso de “antivirales” para todo tipo de enfermedades a las que se diagnostica de una forma espuria un origen viral es un nuevo ataque a componentes fundamentales del organismo, de la vida. Cada día son más abundantes los datos científicos que nos muestran que vivimos literalmente inmersos en una inconcebible cantidad de bacterias y virus (17, 18) que cumplen funciones esenciales en todos los ecosistemas (19, 20) y que han cumplido papeles fundamentales en los procesos de la evolución de la vida (21, 22), y que su aspecto “patógeno” es el resultado de alguna desestabilización de sus funciones naturales Es una guerra suicida contra la Naturaleza. Una guerra contra nosotros mismos.

La verdadera “patología mental” es la del pensamiento que domina en la concepción de la Naturaleza. Una concepción que han incrustado en el cerebro de los científicos y que ve a la Naturaleza como un campo de batalla en el que todos sus componentes son “competidores”. Pero no nos preocupemos, las grandes multinacionales farmacéuticas nos van a defender de “nuestros peores competidores”. Tras la derrota en la lucha contra las bacterias ha comenzado la lucha contra los virus. La madre de todas las batallas. ¿Tal vez la lucha final?



REFERENCIAS

1.- David J. Schretlen, Tracy D. Vannorsdall, Jessica M. Winicki, Yaser Mushtaq, Takatoshi Hikida, Akira Sawa, Robert H. Yolken, Faith B. Dickerson and Nicola G. Cascella. (2010) Neuroanatomic and cognitive abnormalities related to herpes simplex virus type 1 in schizophrenia. Schizophrenia Research Volume 118, Issues 1-3, May 2010, Pages 224-231.

2.- Agencia EFE (30/7/2009). Alta tasa de efectos secundarios en niños que recibieron Tamiflu contra la gripe A.

3.- Megumi Saito, Carmen Sato-Bigbee and Robert K. Yu. (2008). Neuraminidase Activities in Oligodendroglial Cells of the Rat Brain. Journal of Neurochemistry
Volume 58 Issue 1, Pages 78 – 82.

4.- Lower, R., J. Lower, and R. Kurth. (1996). The viruses in all of us: characteristics and biological significance of human endogenous retrovirus sequences. Proc. Natl. Acad. Sci. U. S. A. 93:5177-5184.

5.- Arbucklea, J. H. Et al., (2010). The latent human herpesvirus-6A genome specifically integrates in telomeres of human chromosomes invivo and in vitro. Proc. Natl. Acad. Sci. U. S. A. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.0913586107.

6.- Seifarth, W. et al., (2005). Comprehensive Analysis of Human Endogenous Retrovirus Transcriptional Activity in Human Tissues with a Retrovirus-Specific Microarray. J Virol. 2005; 79(1): 341–352.

7.- Bouton, O., et al. (2004). The endogenous retroviral locus ERVWE1 is a bona fide gene involved in hominoid placental physiology. PNAS | vol. 101 | no. 6 | 1731-1736.

8.- Gabus C. et al., (2001). The prion protein has DNA strand transfer properties similar to retroviral nucleocapsid protein. J Mol Biol. 6;307(4):1011-1021.

9.- Andersson, A.- C., et al. (2002). Developmental Expression of HERV-R (ERV3) and HERV-K in Human Tissue. Virology Volume 297, Issue 2, Pages 220-225

10.- Kho, A. T. et al., (2004). Conserved mechanisms across development and tumorigenesis revealed by a mouse development perspective of human cancers. Genes Dev.; 18(6): 629–640.

11.- Schuller U., Kho A. Zhao Q., Qiufu Ma., Rowitch DH. (2006) Cerebellar ‘transcriptome’
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13.- INTERNATIONAL FEDERATION OF PHARMACEUTICAL AND MANUFATURERS & ASSOCIATIONS http://www.ifpma.org/influenza/index.aspx?47

14.- Khan A. S. et al., (2009). Proposed algorithm to investigate latent and occult viruses in vaccine cell substrates by chemical induction. Biologicals. 2009 Mar 17. [Epub ahead of print].

15.- ISIS Report 07/10/09 Flu Vaccines and the Risk of Cancer http://www.i-sis.org.uk/fluVaccinesCancerRisks.php

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18.- Williamson, K.E., et al., (2003). Sampling Natural Viral Communities from Soil for Culture-Independent Analyses. Applied and Environmental Microbiology, Vol. 69, No. 11, p. 6628-6633

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21.- Gupta, R. S. 2000. The natural evolutionary relationships among prokaryotes. Crit. Rev. Microbiol. 26: 111-131.

22.- Villarreal, L. P. (2004). Viruses and the Evolution of Life. ASM Press, Washington.

lunes, 22 de marzo de 2010

Máximo Sandín: Desmontando a Charles Darwin y al Darwinismo

Charles Darwin


DESMONTANDO A DARWIN from ALISH on Vimeo.


Máximo Sandín es Doctor en Ciencias Biólogicas y en Bioantropología, y ejerce como profesor de Evolución Humana y Ecología en el Departamento de Biología de la Universidad Autonoma de Madrid.

Según él, el darwinismo se ha convertido en una especie de religión, en una justificación del sistema económico vigente. La teoría de "La Selección Natural" por la cual los más fuertes son los más aptos y los únicos que deben sobrevivir, justifica la creencia de que debemos vivir constantemente en competencia. Para Sandín, la naturaleza es algo de una enorme armonía donde no hay basura en los genomas ni virus o bacterias asesinos.

CONTENIDO

El Darwinismo como justificación del sistema existente 00’42”
La Eugenesia 08’30”
¿Por qué no es factible la selección natural? 14’
¿Los genes son egoístas? 16’30”
¿Qué es un gen? 18’47”
¿Qué son las bacterias? 20’55”
¿Son peligrosos los virus? 23’32”
¿Cuál es el origen de la vida? 24’04”
¿En qué estado está la biología ahora mismo? 40’33”

Todos los artículos del Dr.Máximo Sandín publicados en mi blog pueden leerlo en este enlace.

lunes, 15 de febrero de 2010

Máximo Sandín: Lamarck y la venganza del imperio


Jean Baptiste Lamarck (1744-1829)



LAMARCK Y LA VENGANZA DEL IMPERIO

Máximo Sandín

Universidad Autónoma de Madrid


"No escribo para aquellos que examinan rápidamente los libros nuevos, casi siempre con la intención de hallar en ellos sus ideas preconcebidas, sino para los pocos que leen, que meditan profundamente, que aman el estudio de la naturaleza y son capaces de sacrificar incluso sus propios intereses, por el conocimiento de una verdad nueva".
J. B. Lamarck (1744-1829)

Historias y cuentos

El evolucionismo de Lamarck descrito en Philosophie Zoologique (1809) no tuvo mejor recepción que sus demás teorías. Cuando Lamarck presentó al emperador Napoleón una copia del libro, se vio reducido al llanto por la insultante reticencia de Napoleón a aceptar lo que creía un trabajo sobre meteorología. Lamarck siguió publicando docenas de artículos hasta 1820, pero pasó los últimos once años de su vida ciego y en la indigencia. Fue enterrado en una fosa común y sus huesos fueron exhumados cinco años mas tarde para hacer sitio para otros. (Harris, C. L., 1985).

Esta narración, tan escueta como cruel, es sólo una de las variadas formas con que muchos historiadores de la evolución (del darwinismo, para ser más exactos) suelen liquidar las aportaciones de Jean Baptiste de Monet, Caballero de Lamarck a la Biología. Sin embargo, los mismos historiadores adoptan un tono más comprensivo, casi tierno, cuando describen las terribles circunstancias a que tuvo que enfrentarse Charles Darwin: “La publicación de “El Origen de las Especies” en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas»”.

Como es sabido, las ideas revolucionarias siempre han encontrado una dura resistencia por parte de los poderes establecidos. Al parecer, Darwin encontró unas dificultades comparables a las de su antecesor en la difusión de sus ideas. Y el motivo es comprensible. En su Advertencia final de Filosofía Zoológica Lamarck escribe: Sin embargo, muchas de las consideraciones nuevas que son expuestas en esta obra, desde su inicio prevendrán desfavorablemente al lector, por el único motivo de que las ideas ya admitidas van a rechazar a las nuevas. Como este poder de las ideas viejas sobre las que aparecen por primera vez favorecen esta prevención, sobre todo cuando interviene un interés menor, resulta que a las dificultades que ya existen para descubrir las verdades nuevas, estudiando la naturaleza, se les añaden las aún mayores de hacerlas aceptar.

El “interés menor” del que habla Lamarck bien pudiera ser éste en su caso: Napoleón tenía una concepción utilitaria del arte y la ciencia como herramientas para completar el destino de Francia mediante los conocimientos prácticos que le ayudasen a unificar su heterogéneo imperio. De hecho, durante su expedición a Egipto fue acompañado de un equipo de científicos bien pagados, pero esto no implica que Napoleón fuera un admirador de la comunidad intelectual. Según sus historiadores, se refería a los intelectuales librepensadores como “esa banda de imbéciles”. La dura reacción ante la presentación de la obra de Lamarck tenía, al parecer, unas connotaciones más concretas.

En palabras de Harry Gershenowitz (1980):

Uno de los mayores científicos de la época, Jean Baptiste Lamarck, parece ser la antítesis de todo lo que Napoleón valoraba. Napoleón contemplaba a Lamarck en función de sus componentes tanto científicos como políticos. La herencia política de Lamarck estuvo basada en unas cercanas relaciones con los líderes de la Revolución. /.../ Adicionalmente al choque de personalidades, la teoría evolutiva de Lamarck mediante lento cambio gradual no cuadraba con la percepción de la realidad de Napoleón. Su ascenso al poder había llegado mediante una serie de catástrofes políticas. /.../ El oponente científico y personal de Lamarck, el Barón Georges Cuvier (1769-1832) consiguió el favor de Napoleón que también descubrió que prefería sus habilidades políticas y administrativas. El conservadurismo político de Cuvier le impulsó a ofrecer completa lealtad al imperio despótico rápidamente creciente. Napoleón, para mostrar su aprecio a un leal, recompensó a Cuvier con una serie de cargos universitarios y administrativos.

Esta imputación al poder de la responsabilidad (o, al menos, de la implicación) en el éxito o fracaso de una teoría científica puede parecer una justificación interesada pero no completa de unos hechos que pudieron tener otras explicaciones, entre las que pudiera estar la calidad científica de la obra. Una forma de dilucidar estas cuestiones puede ser recurrir también a la historia para comprender o, al menos tener una idea, de qué factores o contingencias hicieron posible superar las “dificultades” que encontró Darwin.

La publicación, el 24 de Noviembre de 1894, de “El origen de las especies” (para ser más exactos, “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia”) provocó un escándalo el mismo día de su publicación y se convirtió en un Best seller mundial” (Browne, J. 2007). Efectivamente, la primera edición de 1250 ejemplares se agotó el día de su publicación, y una segunda de 3000 ejemplares se agotó en una semana. La reacción escandalizada de sectores conservadores ante el “descubrimiento” de la evolución encabezada por el obispo Samuel Wilbeforce fue acompañada por las críticas de científicos evolucionistas (denominados “lamarckianos” por entonces), pero también de un sólido apoyo de los científicos más cercanos al poder. Sir Thomas Henry Huxley y Sir Francis Dalton Hooker encabezaron este apoyo fundando el X-Club en el que también figuraban Herbert Spencer, John Tindall y otros prestigiosos científicos, con el objetivo de “promover el darwinismo y el liberalismo científico”. Durante una década, controlaron la Royal Society. Huxley fue presidente de la Geological Society, la Ethnological Society, la British Association for the Advancement of Science, la Marine Biological Association y la Royal Society. (Enciclopedia Británica http://www.britannica.com/EBchecked/topic/277746/T-H-Huxley/93549/Power-and- Pope-Huxley) “Con plazas en 10 Comisiones Reales, deliberando sobre todo, desde las pesquerías a las enfermedades o la vivisección, penetró claramente en los laberínticos corredores del poder”. El X-club “fue acusado de ejercer demasiada influencia sobre el ambiente científico de Londres”.

Estas informaciones no dan la impresión de que Darwin se encontrase precisamente desvalido ante el establishment científico, y mucho menos si tenemos en cuenta que fue convertido en miembro de la Linnean Society, la Geological Society, la Royal Society... Aunque tampoco se puede eximir de su éxito a los poderes políticos y sociales si se tiene en cuenta que, a diferencia de las miserables condiciones en que murió y fue enterrado Lamarck, Darwin vivió y murió rodeado de fortuna económica y de un gran prestigio social, y a su muerte fue objeto de un funeral de estado en la abadía de Westmister, en la que sólo estaban enterradas cinco personas no pertenecientes a la nobleza.

En cualquier caso, y dados los apoyos que recibió, no hay más remedio que deducir que la calidad científica de su obra tuvo, por fuerza, algún papel que jugar en su éxito. Desde luego, los hallazgos científicos contenidos en ella deberían ser extraordinarios, dado que este éxito se ha prolongado durante 150 años hasta el extremo de que "El origen de las especies" puede ser considerado justamente el libro científico más importante jamás publicado (Browne, 2007).

Los “errores” de Lamarck...


El comportamiento de Napoleón marcó con una tacha la reputación científica de Lamarck que había sido aceptada previamente por su venerable sagacidad. (Gershenowitz, 1980). Sin embargo, a pesar de las terribles condiciones en que Lamarck, expulsado de la Sorbona, pasó sus once últimos años de vida, tras su muerte recuperó el reconocimiento científico por su Filosofía zoológica y los estudiosos de la evolución se autodenominaban “lamarckianos” (Harris, 1968). Para comprender por qué el libro de Darwin eliminó de una forma tan radical esta obra del panorama científico, puede ser conveniente una somera revisión de los ejes fundamentales de la
concepción lamarckiana de la evolución.

Comencemos por contemplar el significado que para Lamarck tenía el estudio de la evolución: Nadie ignora que toda ciencia debe tener su filosofía (teoría), y que sólo por este camino puede hacer progresos reales. En vano consumirán los naturalistas todo su tiempo en describir nuevas especies / ... / porque si la filosofía es olvidada, sus progresos resultarán sin realidad y la obra entera quedará imperfecta. (pag. 48). Una clara exposición de la necesidad de unos postulados teóricos, unos conceptos unificadores, capaces de aportar, del mismo modo que en las otras ciencias experimentales, coherencia, consistencia a la Biología. Para ello, el método experimental ha de seguir las implacables normas del racionalismo:

Encargado de analizar en el Museo de Historia Natural a los animales que yo llamé sin vértebras, a causa de faltarles la columna vertebral, mis indagaciones sobre infinidad de ellos, así como las observaciones que me ví obligado a realizar en la anatomía comparada, me dieron bien pronto la más alta idea del profundo interés científico que inspira su examen. /.../ El verdadero medio, en efecto, de llegar a conocer bien un objeto, hasta en sus más mínimos detalles, consiste en comenzar por considerarlo en su totalidad, examinando, por de pronto, ya su masa, ya su extensión, ya el conjunto de todas las partes que lo componen; por indagar cual es su naturaleza y origen, cuáles son sus relaciones con los otros objetos conocidos; en una palabra, por considerarlo desde todos los puntos de vista que puedan ilustrarnos sobre las generalidades que le conciernen. (Introducción, pag.19).

Esta búsqueda de generalidades comienza por intentar comprender el fenómeno de la vida:

Como las condiciones necesarias para la existencia de la vida se encuentran ya completas en la organización menos compleja, aunque reducida a su mínima expresión se trataba de saber cómo esta organización a causa de cualquier tipo de cambios había llegado a dar lugar a otras menos simples y a organismos gradualmente mas complicados, como se observa en toda la extensión de la escala animal (pag. 249).

Para ello es necesaria la existencia de principios morfogenéticos que operen espontáneamente en los organismos:

Hay más: si la Naturaleza no hubiera podido dar a los actos de la organización la facultad de complicarla cada vez más, haciendo acrecer la energía del movimiento de los fluidos, y consecuentemente la del movimiento orgánico, y si no hubiese conservado por las reproducciones todos los progresos de composición en la organización y todos los perfeccionamientos adquiridos, no habría seguramente producido esa multitud infinitamente variada de animales y vegetales tan diferentes los unos de los otros por su estado de organización y por sus facultades. En suma, ella no ha podido crear por de pronto las facultades más eminentes de los animales, pues esas facultades se verifican con la ayuda de sistemas de órganos muy complicados (pag. 197).

Unos principios que son igualmente activos en la respuesta de los organismos ante los cambios en el medio y las nuevas necesidades que éste impone, Las circunstancias influyen sobre la forma y la organización de los individuos /... /

Ciertamente, si se me tomasen estas expresiones al pie de la letra, se me atribuiría un error, porque cualesquiera que puedan ser las circunstancias, no operan directamente sobre la forma y sobre la organización de los animales ninguna modificación. Pero grandes cambios en las circunstancias producen en los animales grandes cambios en sus necesidades y tales cambios en ellas las producen necesariamente en las acciones. Luego si las nuevas necesidades llegan a ser constantes o muy durables, los animales adquieren entonces nuevos hábitos, que son tan durables como las necesidades que los han hecho nacer (pag. 167).

...y una comunicación con el entorno que contribuye a conservar el orden, el equilibrio de la Naturaleza:

La multiplicación de las pequeñas especies de animales es tan considerable, que ellas harían el globo inhabitable para las demás, si la Naturaleza no hubiese opuesto un término a tal multiplicación. Pero como sirven de presa a una multitud de otros animales, y como la duración de su vida es muy limitada, su cantidad se mantiene siempre en justas proporciones para la conservación de sus razas /.../ y ello conserva a su respecto la especie de equilibrio que debe existir (pag. 98).

En definitiva, la generación de formas, aun dependiendo de una tendencia propia de los organismos a su autoorganización, está ligada, asimismo, a la acción de factores externos. Estos factores aparecen como desafíos del entorno, y suponen para Lamarck ocasiones para que los seres vivos manifiesten sus inherentes capacidades adaptativas. Lamarck deja un sendero abierto hacia el encuentro con su querida Biologie consolidado sobre los cimientos de un duro trabajo y una mente dotada de una gran perspicacia aunque, al parecer, no lo suficiente como para predecir el futuro que esperaba a su gigantesca aportación al conocimiento:

Publicando estas observaciones, con los resultados que he ido obteniendo, tengo como finalidad invitar a los hombres esclarecidos que aman el estudio de la Naturaleza, a seguirlos, verificarlos y extraer por su cuenta las consecuencias que juzguen pertinentes. /.../ Habré conseguido el objetivo que me propongo si los amantes de las ciencias naturales encuentran en esta obra algunos puntos de vista y algunos principios útiles, si las observaciones que he expuesto en ella se confirman o son aprobadas por los que han tenido ocasión de ocuparse de estos mismos temas, y si las ideas que harán que nazcan, sean las que sean, pueden hacer avanzar nuestros conocimientos o ponernos en camino de llegar a las verdades desconocidas. (Advertencia, Pág. 260)

Los sistemas autoorganizativos, la tendencia de los sistemas complejos a un mayor nivel de organización, la implicación de los Homeoboxes, presentes en los organismos desde el Cámbrico, en la generación de novedades morfológicas, la transferencia genética horizontal, la capacidad de respuesta al ambiente de los elementos móviles de los genomas y los fenómenos epigenéticos, los sistemas y redes ecológicas desvelados por las potentes herramientas actuales y por un enorme progreso en la capacidad de observación, habrían sido la continuación natural, coherente, de las aportaciones de Lamarck en lugar del cúmulo de informaciones e interpretaciones inconexas, incluso contradictorias, que constituyen en la actualidad. Pero el 24 de Noviembre de 1859 el camino se truncó y las aportaciones de Lamarck quedaron en el olvido. Y el olvido es una segunda muerte.

...y los aciertos de Darwin

Los méritos de una obra capaz de sepultar el ingente trabajo del científico más brillante del Siglo de las Luces han de ser, sin duda, imponentes. Veamos, pues, algunos de los conceptos clave del libro científico más importante jamás publicado.

En lo que respecta a la concepción del método científico, se podría considerar la aportación más “creativa” de Darwin (1859):

Al principio de mis observaciones me parecía probable que un cuidadoso estudio de los animales domésticos y de las plantas cultivadas ofrecería la mejor probabilidad de aclarar este oscuro problema. Y no anduve equivocado; en éste y en todos los demás casos de perplejidad he encontrado invariablemente que nuestro conocimiento, por imperfecto que sea, de la variación por medio de la domesticidad, daba el mejor y el más seguro norte. Yo osaría expresar mi convicción del alto valor de estos estudios, aunque hayan sido muy comúnmente descuidados por los naturalistas. (Introducción, pag. 15).

Y, efectivamente, este método, descuidado por “los naturalistas”, parece constituir para él los cimientos de su trabajo a juzgar por la profusión con que lo trata en las primeras cuarenta páginas, con especial interés en la cría de palomas, y las repetidas menciones a lo largo de la obra. Y los procesos biológicos responsables del cambio evolutivo se derivan, lógicamente, de las observaciones obtenidas mediante su método experimental:

Cuando vemos que han ocurrido indudablemente variaciones útiles para el hombre, no podemos creer improbable que ocurran en el curso de muchas generaciones sucesivas, otras variaciones útiles de algún modo a cada ser en la batalla grande y compleja de la vida. Y si ocurren, ¿podemos dudar (recordando que nacen muchos más individuos que los que es posible que vivan) que los individuos que tengan alguna ventaja sobre los demás, por pequeña que sea, tendrán la mejores probabilidades de sobrevivir y reproducir su especie? Por otra parte, podemos estar seguros de que cualquier variación en el más pequeño grado perjudicial, sería rígidamente destruida. Esta conservación de las variaciones y diferencias individuales favorables, y la destrucción de aquellas que son nocivas, es lo que he llamado “selección natural” o “supervivencia de los más aptos” (pag. 94).

Pero la que, a juzgar por su arraigo en los textos científicos actuales, parece ser considerada una aportación trascendental es el fundamento científico causal de la variación: el azar: He hablado hasta aquí como si las variaciones, tan comunes y multiformes en los seres orgánicos en estado de domesticidad y no tan comunes en los silvestres, fueran debidas a la casualidad. Innecesario es decir que este término es completamente inexacto y que sólo sirve para reconocer paladinamente nuestra ignorancia de la causa de cada variación particular (pag. 149). Lo que parece indudable es que su concepción de la Naturaleza no conduce a mirarla con demasiado afecto, aunque esto puede ser explicado por el origen filosófico de su base teórica: De aquí, que como se producen más individuos de los que es posible que sobrevivan, tiene que haber forzosamente en todos los casos una lucha por la existencia / ... / Es la doctrina de Malthus aplicada con multiplicada fuerza al conjunto de los reinos animal y vegetal; porque en este caso, no hay aumento artificial de alimento y limitación prudente de matrimonios (pag. 78) . Se podría decir que la idea expresada con más convicción en la obra de Darwin es la extrapolación de las actividades de los ganaderos y agricultores a los fenómenos de la Naturaleza: He llamado a este principio por el cual se conserva toda variación pequeña, cuando es útil, selección natural para marcar su relación con la facultad de selección del hombre. Pero la expresión usada a menudo por Mr. Herbert Spencer, de que sobreviven los más idóneos es más exacta, y algunas veces igualmente conveniente (pag. 76). Incluso, cuando en su otra gran obra La variación de los animales y las plantas bajo la domesticidad (1868) plantea (sin abandonar el concepto de selección natural) la teoría de la Pangénesis, una idea confusamente lamarckiana, según la cual, cada órgano segregaba unas “gémulas” por la que se transmitían a los descendientes los caracteres adquiridos por los progenitores por la influencia del ambiente (lo cual hacía innecesaria la selección como mecanismo adaptativo), seguía convencido de la utilidad del estudio de los animales y plantas domésticos para la comprensión de la Naturaleza: El Sr. Pouchet ha insistido recientemente (Plurality of Races, traducción al inglés, 1864, p. 83) en que la variación bajo domesticación no arroja luz sobre la modificación natural de las especies. Yo no puedo percibir la fuerza de su argumentación, o para ser más exacto, de sus aseveraciones a ese tenor (pag .54). Es más, del mismo modo que no parece encontrar contradictoria la “pangénesis” con la selección natural, tampoco parece encontrar problemas en conciliarlas con toda una variada gama de fenómenos, unos de su propia cosecha, como los efectos del uso y el desuso: Cuando discute casos especiales pasa M. Mivart en silencio los efectos del uso y el desuso de las partes, que yo siempre he sostenido ser altamente importantes y que he tratado con mayor extensión que ningún otro escritor (pag. 237), la tendencia a variar de la misma manera (pag. 239), las modificaciones que no son importantes para el bienestar de la especie ...que se hicieron constantes por la naturaleza del organismo... pero no por la selección natural (pag. 236)... y otros que le habían llegado “de oídas”; desde el posible origen de la ballena: En la América del Norte ha visto Hearne al oso negro nadando horas enteras con la boca completamente abierta, atrapando así, casi como una ballena los insectos del agua (pag. 194) hasta los cambios de posición de los ojos en los pleuronéctidos: En una ocasión vio Malm a un pez joven mover el ojo inferior sobre una distancia angular de unos 70 grados. Su resumen final (pag. 560) nos puede dar una idea de la coherencia de su concepción del fenómeno evolutivo, pero sobre todo, de su concepción de la Naturaleza:

Estas leyes, tomadas en un sentido más amplio, son crecimiento con reproducción; variabilidad, resultado de la acción directa e indirecta de las condiciones de vida y del uso y desuso; aumento en una proporción tan alta, que conduce a una lucha por la existencia, y como consecuencia, a la selección natural, la cual trae consigo la divergencia de carácter y la extinción de las formas menos mejoradas. Así, es consecuencia directa de la guerra de la naturaleza, de la escasez y de la muerte, el objeto más elevado que somos capaces de concebir, a saber: la producción de los
animales superiores.

La fe en la selección “natural”

"The publication of the Origin of Species marks the Hegira of Science from the idolatries of special creation to the purer faith of Evolution."
T. H, Huxley en el Times (1862).

¿Qué es lo que ha quedado en pié entre todo este pintoresco catálogo de aportaciones de Darwin a la comprensión de la evolución? No parece inexacto afirmar que se ha producido una “destilación” de todas ellas hasta obtener la más pura esencia de sus ideas: la selección “natural”. Y si observamos con atención los textos científicos nos encontramos con que la meticulosa utilización de este concepto está dirigida fundamentalmente a la explicación de las relaciones entre (y dentro de) los distintos organismos. En cuanto a los fenómenos actuales de la vida no parece existir un interés especial en un análisis mas profundo de su relación con el proceso evolutivo, ya que dado que se ha producido “al azar” no tiene sentido intentarlo. La integración coherente de estos procesos “selectivos” con los fenómenos de la evolución se solventan con su vaga proyección “con el tiempo”.

En las lúcidas palabras de Miguel Iradier (2009):

No sólo el darwinismo no ha descubierto el concepto de evolución, sino que de hecho lo ha bloqueado expresamente. Esto debería ser contemplado con la mayor atención. Además de ignorar los mecanismos realmente viables de novedad, el cambio y la organización, el darwinismo es la forma mejor camuflada del inmovilismo: la manera más ramplona de relacionar cualquier pasado y futuro a lo que hay: el statu quo presente. Esto lo han entendido de maravilla todos aquellos que necesitaban una justificación expresa para cualquier acto por lo demás injustificable, y se sigue haciendo a gran escala todavía hoy.

Porque… veamos qué condiciones se han de cumplir para que la selección “natural” actúe como administradora de la vida: La primera y fundamental es que las características de cualquier tipo estén, de alguna forma “inscritas” en los organismos (parece obvio que sin esta condición no habría nada que seleccionar). La segunda, que algunas de estas características “innatas” confieran a sus portadores alguna “ventaja” con respecto a los no poseedores de ellas. ¿Y qué significado científico tiene esta “ventaja”? Que los individuos portadores de ellas son “más aptos”, más ajustados o más adecuados para sobrevivir en el duro campo de batalla que es la Naturaleza. La traducción de este fenómeno al lenguaje científico actual la expresa Ernst Mayr (1997) con estas ilustrativas palabras: Los matemáticos demostraron convincentemente que, incluso mutaciones con ventajas relativamente pequeñas, eran favorecidas por la selección, y sus hallazgos ayudaron a superar varias objeciones a la selección natural.

A lo que Mayr se refiere es a la “creación” de la Genética de poblaciones, supuesta base empírica del darwinismo actual, y las objeciones que menciona eran las de los más prestigiosos genetistas de principio del siglo XX como deVries y Bateson que, basados en datos experimentales, negaban la relación de las pequeñas variaciones individuales con la evolución. No me puedo resistir a repetir la narración que Richard Milner, un ferviente darwinista, nos hace de la gestación de la base teórica actual de la Biología en su Diccionario de la evolución (1995): R. C. Punnett, discípulo de Bateson, expuso el problema a su amigo G. H. Hardy, profesor de matemáticas en la Universidad de Cambridge, quien, según se dice, escribió la solución en el puño de la camisa mientras comía. Como la consideró muy elemental, Hardy se negó a presentarla en una publicación que normalmente leerían sus colegas matemáticos, por lo que Punnett la expuso en una revista de biología. Fue la única incursión de Hardy en la genética. La solución obtenida por el profesor Hardy fue que la simple expresión binomial (p2 +2pq + q2) = 1 describe la proporción de cada genotipo en la población, donde p representa el alelo dominante (A), q el recesivo (a) y (p + q = 1).

Se podrá dudar de que el pasatiempos de G. H. Hardy en el restaurante se pueda considerar una “incursión en la genética”, pero de lo que esta anécdota no deja lugar para la duda es de que en este nacimiento de la base teórica de la Biología actual estuvo implicado cierto “interés” en el mantenimiento de la experimentalmente tambaleante selección “natural” con todo lo que esta implica. Un “interés” que no parece de índole estrictamente científico. Según Michael Rose (1999) los científicos anglosajones compartían los valores de la clase media de su época sobre la inmoralidad sexual y la pequeña delincuencia y tanto Charles Davenport en Estados Unidos como los británicos Pearson y Fisher (todos ellos padres de la Genética de Poblaciones) eran eugenistas. La “disciplina” creada por Sir Francis Galton, planteada en su libro de 1865 “El genio hereditario” y sustentada sobre la teoría de su primo y eugenista convencido, Charles Darwin, dio origen a un espacio de integración entre ciencia y poder que condujo a los científicos darwinistas a un intento de “biologización” de la sociedad, dirigido por el “mejor” de los propósitos: eliminar el componente “inadecuado” de la evolución en sus sociedades.

En 1963, Theodosius Dobzhansky, director por entonces de la Sociedad Eugenésica Americana, escribe: Being an anthropologist only by avocation, I may perhaps venture to claim for anthropology more than most anthropologists are claim for themselves. The ultimate function of anthropology is no less than to provide the knowledge requisite for the guidance of human evolution. La distorsión de la selección “natural” producida por los progresos sociales en las sociedades civilizadas constituía un grave problema, tal como lo había expuesto su maestro en su segunda gran obra: “The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex” (1871, pag. 190):

A realizar el plan opuesto, e impedir en lo posible la eliminación, se encaminan todos los esfuerzos de las naciones civilizadas; a eso tienden la construcción de asilos para los imbéciles, heridos y enfermos, las leyes sobre la mendicidad y los desvelos y trabajos que nuestros facultativos afrontan para prolongar la vida hasta el último momento. Aquí debemos consignar que la vacuna ha debido preservar también a millares de personas. De esta suerte, los miembros débiles de las naciones civilizadas van propagando su naturaleza, con grave detrimento de la especie humana, como fácilmente comprenderán los que se dedican a la cría de animales domésticos. Es incalculable la prontitud con que las razas domésticas degeneran cuando no se las cuida o se las cuida mal; y a excepción hecha por el hombre, ninguno es tan ignorante que permita sacar crías a sus peores animales”.

Una actitud con graves consecuencias según Ernst Mayr, “el Darwin del Siglo XX” (1976):

En los hombres civilizados esos dos componentes de valor selectivo, superioridad adaptativa y éxito reproductivo no suelen coincidir. Los individuos con una dotación genética por debajo de la media no necesariamente hacen una contribución por debajo de la media al pool genético de la siguiente generación. La separación en las sociedades modernas del mero éxito reproductivo de la adaptación genuina plantea un serio problema para el futuro de la Humanidad.

La concepción darwinista de la vida partió de la mezquina justificación de Malthus de las duras condiciones sociales de su época para acabar convirtiéndose en toda una cosmovisión: "La evolución comprende todos los estadios del desarrollo del universo: cósmico, biológico, humano y cultural. Los intentos de restringir el concepto de evolución a la biología son injustificados. La vida es un producto de la evolución de la naturaleza inorgánica, y el hombre un producto de la evolución de la vida".

Dobzhansky, (1967). No resulta extraño el entusiasmo con que esta “explicación científica” de la realidad, cuyo determinismo genético constituía una magnífica justificación del statu quo, fue acogida por los grandes magnates mundiales. En el exaustivamente documentado artículo “Lisenko. La teoría materialista de la evolución en la URSS” (2009), Juan Manuel Olarrieta nos informa de que Rockefeller puso la ciencia al servicio de la eugenesia y a lo largo del siglo XX articuló su proyecto en cuatro fases sucesivas: la primera es el malthusianismo, control demográfico y planes antinatalistas; la segunda es la eugenesia, la nueva genética, la esterilización y el apartheid; la tercera es la “revolución verde”, los fertilizantes, abonos y pesticidas usados masivamente en la agricultura a partir de 1945; la cuarta son los transgénicos, el control de las semillas y de la agricultura mundial. Esta narración puede parecer simplificada o tendenciosa, pero si tenemos en cuenta que tanto el término como la práctica de la Biología molecular fueron acuñados por Warren Weawer durante su etapa de director de la División de Ciencias Naturales del Instituto Rockefeller, que la paternidad de la “ingeniería” genética pertenece a Rollin D. Hotchkiss de la Rockefeller University, que la ambiental y socialmente desastrosa “Revolución verde” surgió de la Fundación Rockefeller; que esa misma universidad está tras el nacimiento de los “organismos modificados genéticamente”, que esa misma fundación promueve la campaña para la implantación de los cultivos transgénicos en los países del Tercer Mundo y que “La segunda revolución contraceptiva” basada en el uso de vacunas como anticonceptivos tuvo su origen, en 1978, en la Rockefeller University, no es necesario estar dotado de una mente muy perspicaz para sospechar que alguna relación tiene el imperio Rockefeller con los proyectos que nos desvela Olarrieta. También nos informa de que John Krige, en su libro “La hegemonía americana y la reconstrucción de la ciencia en la Europa de la posguerra” (2006) nos ilustra sobre el proceso de control de la ciencia:

La ciencia de la posguerra formó parte del Plan Marshall, de modo que unos científicos cobraban en dólares mientras otros apenas podían sobrevivir. Por ejemplo, el CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) fue un proyecto estadounidense destinado a evitar que los investigadores europeos resultaran atraídos por la URSS, como había sucedido en 1929. /.../ En 1948, con dinero de Rockefeller, compran unos solares cerca de París, levantan los edificios, instalan los laboratorios y también aportan su equipo de científicos incondicionales, formados en California junto a Morgan y sus moscas./.../ Rockefeller movía los hilos de la ciencia en Europa. Además de mercancías, Europa importaba la ideología de Estados Unidos, caracterizada por el reduccionismo y el mecanicismo más groseros, que se realimentaban con su propio éxito.

La muerte científica de Lamarck no fue una muerte natural. Su hermosa concepción de la Naturaleza como algo vivo, y de la vida como un proceso por el que los organismos y el ambiente se construyen mutuamente chocaba contra el determinismo, contra la extrapolación ideológica cuya pretensión era justificar lo injustificable. La reducción de la vida a procesos moleculares mecánicos y del hombre a “secuencias de genes definidores” con la pretensión de cambiarlos a voluntad tampoco tuvieron un nacimiento natural. Y el azar exculpatorio no pone límites a los intentos más descabellados de dominar a la Naturaleza de los que se consideran dotados por la “Ley cósmica de la evolución” para dirigir los destinos del Mundo.

El Imperio mató a Lamarck, y al mismo tiempo mató a la Biología.

Bibliografía

BROWNE, J. (2007). “El origen de las especies” Debate.

DARWIN, Ch.R. (1859): “On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life”. Versión española: “El Origen de las Especies”. Akal, 1998.

DARWIN, Ch.R. (1871). “The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex”. Versión española: “El Origen del Hombre”. Ediciones Petronio. Barcelona. 1973.

DARWIN, Ch. R. (1868): “The variation of animals and plants under domestication”. London: John Murray ed. Versión española: “La variación de los animales y las plantas bajo domesticación”. CATARATA/CSIC/UNAM/AMC, 2008.

DOBZHANSKY T. (1963). Anthropology and the natural sciences, the problem of human evolution. Curr Anthropol. 4:146-148.

DOBZHANSKY T. (1967). "Changing Man", Science, Vol. 155, 27 de Enero de 1967.

GERSHENOWITZ, H. (1980). Napoleon and Lamarck. Indian Journal of History of Science, 15 (2); 204-209.

HARRIS, C.L. (1985): "Evolución. Génesis y revelaciones". Hermann Blume. Madrid.

IRADIER, M. (2009). “El círculo de Petesburgo” Ed. Hurqualya.

KRIGE, J. (2006). “American hegemony and the postwar reconstruction of science in Europe”. MIT Press.

LAMARCK, J.B. de M. (1809): “Filosofía Zoológica”. (Traducción al español). Editorial Alta Fulla. 1986.

MAYR, E. (1976). “Evolution and the diversity of life”. Belknap Press

MILNER, R. (1995). “Diccionario de la evolución”. Bibliograf, Barcelona

OLARRIETA, J. M. (2009). “Lisenko. La teoría materialista de la evolución en la URSS” Nómadas, Theoria UCM. Universidad Complutense de Madrid.

ROSE, M.R. (1999): “Darwin’s Spectre. Evolutionary Biology in the Modern World”. Pricenton University Press.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Máximo Sandín - La Lucha contra bacterias y virus: una lucha autodestructiva

Dr. Máximo Sandín - La Lucha contra bacterias y virus: una lucha autodestructiva from MIZAR-PETRUS on Vimeo.

Excelente conferencia por el Dr.Máximo Sandín, muy conocido por los lectores de mi blog.

Allí se analiza la cuestión de los microbios o microorganismos, tales como los virus y las bacterias; y la casi obsesiva lucha que se realiza contra ellos basada en las concepciones (erróneas, como argumenta el Dr.Sandín) de la biología actual.

Espero que disfruten de esa conferencia.

sábado, 3 de octubre de 2009

Prólogo a la segunda edición del libro Pensando la evolución, pensando la vida de Máximo Sandín



PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN


Supongo que tampoco en este caso descubro nada nuevo con la afirmación de que una explicación incompleta o, simplemente, una omisión en una narración pueden falsear toda una realidad, pero quizás sea oportuno un ejemplo para ilustrarla: Si me limitase a escribir un “prólogo a la segunda edición” de esta especie de libro sin más explicación podría dar la impresión de que la primera edición había sido un éxito. Se habría agotado. Pero si completamos la información con datos tales como que la primera edición constaba de cuatro mil ejemplares y que parte de ellos (prefiero no saber cuantos) se estropearon en el almacén por una fuga de agua, la imagen es muy diferente (es decir, patética) y más real.

De todas formas, esa primera edición ha superado con creces mis expectativas, porque ha permitido a cierto número de personas leer su contenido con calma y reflexión y tener una visión de conjunto de las ideas y argumentos, más o menos consistentes, contenidos en él. Sólo por esto, mi agradecimiento al intrépido editor será eterno.

Debo confesar que cuando Jon me comunicó su intención de publicar “una selección” de mis artículos imaginaba algo así como un mazo de fotocopias. No podía imaginar que tuviese aspecto de verdadero libro ni, mucho menos, que en unos pocos años “Ediciones Crimentales”, cuya denominación es tan inteligente como significativa (como poco comercial) dispusiera de un fondo editorial de bellos libros, de libros de verdad, como el que tiene. Pero esto es sólo un insignificante aspecto de la exuberante y alegre capacidad de trabajo físico e intelectual de Jon, cuyas polifacéticas actividades (incluidas las científicas) no voy a enumerar porque sólo su narración me resulta agotadora. Sólo puedo decir que todos y cada uno de sus optimistas pasos están orientados a un mismo fin: aportar algo que sea positivo para él y, sobre todo, para los demás.

Mi optimista amigo ha calmado la preocupación que reflejaba en el “prólogo a la primera edición” por su posible ruina. Las nuevas tecnologías que permiten editar pequeñas tiradas de libros “por encargo” nos van a permitir presumir, en unos pocos meses, de que ya vamos “por la sexta edición”. Puede parecer un triste consuelo, pero al mismo tiempo es una gratificante muestra de cómo una mente creativa, un espíritu positivo, puede burlar las “leyes” del mercado y no ser su víctima si no tiene la obsesión de enriquecerse.

De todos modos, tampoco era necesario ser un experto en “prospectiva” para predecir que este libro no iba a ser precisamente un best-seller. Era evidente que no cumplía ninguna de las condiciones necesarias, comenzando por una mínima calidad literaria, aunque eso no ha sido nunca mi preocupación ni, mucho menos, mi objetivo. Pero, entre las muchas condiciones que no cumplía (vamos a obviar los aspectos “comerciales”), una que puede merecer cierta consideración es que las condiciones para su recepción no eran (no son), ni mucho menos, las adecuadas. Y no me refiero solamente a las condiciones del “mercado” (la evolución no es precisamente un tema por el que el público en general sienta una especial avidez), ni tampoco solamente a las condiciones científicas (ya “se sabe” todo lo que hay que saber sobre la evolución), sino a las condiciones, digamos sociales, a una actitud compartida por el ámbito científico y los grandes medios de comunicación, los “creadores de opinión”, de confianza ciega en lo que está “científicamente demostrado”. Y “la teoría de la evolución” de Darwin está más que demostrada, como asume la comunidad científica. Cualquier crítica a “la” teoría de la evolución no merece ser tenida en cuenta: “ya se sabe de donde viene”. Creo que nunca en la historia de la Ciencia ha existido una tal comunión espiritual, tal estado de romance permanente entre una disciplina científica y los grandes medios de comunicación como la existente durante los últimos años, especialmente este 2009, con la Biología. Claro que la Biología ha sido denominada “la ciencia del siglo XXI” y hay grandes esperanzas o, más bien, grandes intereses depositados en ella.

Sin embargo, muchos biólogos (es decir, no todos) y muchos “creadores de opinión” (tampoco todos) se sorprenderían si tuvieran información sobre el enorme caos, la enorme confusión en la que está inmersa la Biología. Las flagrantes contradicciones entre los conocimientos que se están acumulando, gracias a los progresos tecnológicos en la observación de los fenómenos naturales reales, y los supuestos teóricos en los que se basan esas esperanzas, o mejor, esos intereses. Un caos teórico más acentuado cada día que pasa y se acumulan nuevos conocimientos porque los supuestos teóricos superados, desbordados por estos conocimientos son, al parecer, inamovibles. Ante esta situación que se puede calificar como irracional, y mucho más cuando se supone que la Ciencia es el máximo exponente de la racionalidad humana, la pregunta que surge es ¿cómo es posible que una base teórica que pretende explicar la Naturaleza, la vida, que ha sido elaborada sobre suposiciones si la menor base empírica y explicaciones (justificaciones) de las relaciones sociales, en un momento histórico muy especial (la Revolución industrial) y bajo una óptica cultural muy especial (el calvinismo victoriano) haya alcanzado tanto poder como para resultar inamovible a pesar de los progresos en los conocimientos? ¿Por qué no ha sucedido con la Biología lo que se ha producido con la Física, la Química, y las Matemáticas, a las que el poder de resolución de las nuevas tecnologías han revolucionado sus fundamentos teóricos, su concepción de la realidad? ¿Qué tiene de especial la base teórica de la Biología, una disciplina más compleja que sus tres compañeras, porque sus procesos han de cumplir las “leyes” de la Física, de la Química y de las Matemáticas y, además, tienen las capacidades de autoorganización, reproducción y comunicación con el ambiente, para que su base conceptual no haya cambiado desde mediados del siglo XIX? ¿Por qué la selección “natural”, un concepto basado en la observación de los criadores de animales domésticos y cuyo significado inicial se limitaba a la supervivencia diferencial de unos animales (los “más adecuados”) sobre otros se ha elevado a dogma intocable de la Biología y ha quedado como explicación “del todo”, como “deus ex machina” capaz hasta de insuflar vida a lo inanimado?

La sensación de confianza que produce la comunicación con un reducido círculo de lectores me anima a transmitirles algunas confidencias personales y algunas informaciones con la que me he topado en mi intento de comprender esta extraña situación que hace ignorar los datos más evidentes y repetir jaculatorias sin la menor base como si fueran la verdad revelada.

Cuando intentas cumplir con lo que debería ser tu trabajo intentando aportar alguna idea que permita poner algo de racionalidad en el caos teórico en que está sumida la Biología y compruebas que la respuesta más general es una descalificación total del intento sin molestarse en verificar los datos científicos aportados. Cuando intentas transmitir que tu intención no es arrogarte el papel de “propietario” de una nueva teoría de la evolución (las ideas no tienen dueño), sino que tu intención es transmitir a la sociedad, en la medida de tus posibilidades, que las cosas no son así de terribles porque son “leyes naturales”; que la Naturaleza, la vida, no tiene nada que ver con la sórdida concepción competitiva, individualista, egoísta que nos han transmitido y a sugerir a la “comunidad científica”, especialmente a los jóvenes biólogos, que tienen mucho por hacer y mucho que aportar, que tienen por delante el apasionante trabajo de rehacer la Biología, y lo que recibes son insultos sin tomarse la molestia de intentar rebatir tus argumentos, te das cuenta de que esas reacciones no tienen el carácter de debate científico sosegado, racional. Son respuestas con un gran contenido “emocional”, como las de los fanáticos religiosos. Entonces, se te ocurre que una manera de intentar comprender esta situación puede ser ir a su origen, es decir, buscar los motivos por los que una crítica a una idea se puede llegar a considerar “una agresión”.

Y el primer paso que puede parecer más lógico es ir a la fuente de estas ideas. A los libros de Darwin. Y te quedas boquiabierto. ¿Cómo es posible que semejantes, llamémoslos “engendros” para no resultar demasiado ofensivo, se hayan convertido en la base “de la que nace toda la biología moderna”? Es más, en la explicación de la vida, de la realidad, de las relaciones entre los seres vivos, Hombre incluido. El libro emblemático de Darwin, “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia” muy especialmente la primera edición, cuyo éxito fue resonante, pero también las otras seis que fue modificando “asesorado” por Hooker, Lyell y, sobre todo, Huxley era (sigue siendo, a pesar de las “correcciones”) un texto confuso de un aficionado, lleno de argumentaciones que podíamos calificar como “espesas”, basado en la cría de animales domésticos, especialmente de palomas, repleto de especulaciones mezcla de ideas lamarckistas, “neutralistas”, populares, y de fenómenos absurdos “que le habían contado” y con graves carencias científicas con respecto a lo que ya se sabía en aquellos tiempos sobre la evolución. Sólo con leer su resumen final sobre el batiburrillo de sus ideas se puede comprobar lo enormemente confusas que eran.

El intento de explicación sobre la, difícilmente comprensible, implantación del darwinismo que yo asumía en este libro era la mantenida por ilustres pensadores sobre la acogida favorable por parte de las elites sociales de la aplicación de las hipócritas ideas de Malthus y Spencer, a los que Darwin cita en su libro como sus inspiradores, a la Naturaleza. Pero por los datos históricos que he podido conocer recientemente, es posible que su idea (su “ocurrencia”) de que en la Naturaleza existe algo semejante a lo que hacen los ganaderos llamado selección “natural” basado en cambios “al azar” tenga un peso aún mayor en esta implantación.

Veamos a qué datos históricos me refiero: En los textos “oficiales” sobre las circunstancias que rodearon “la gran revolución” del darwinismo, figura Sir Thomas Henry Huxley como “el bulldog de Darwin”. La idea que yo había obtenido de los textos “oficiales” sobre su participación en la epopeya de “La teoría de la evolución” era la de una especie de científico “free lance” devoto de Darwin que le defendió en el manido debate con el obispo Wilbeforce, en el que el desconcertado Darwin no participó y que, al parecer no fue tan épico como nos han contado. Los datos que he obtenido, procedentes de la Enciclopedia Británica son los siguientes: Bajo el título El poder y “el Papa” Huxley, nos cuenta que Huxley era “un científico líder en su época y un activista político, cualidades que le aportaron las palancas necesarias para ayudar a construir un orden social en el que la ciencia y el profesionalismo reemplazasen a los clásicos y el mecenazgo”. Fundó, junto con Sir Joseph Dalton Hooker (otro poderoso protector de Darwin), el X-Club, en el que también figuraban Herbert Spencer, John Tindall y otros que, durante una década, controlaron la Royal Society. Huxley fue presidente de la Geological Society, la Ethnological Society, la British Association for the Advancement of Science, la Marine Biological Association y la Royal Society. “Con plazas en 10 Comisiones Reales, deliberando sobre todo, desde las pesquerías a las enfermedades o la vivisección, penetró claramente en los laberínticos corredores del poder”. También, junto con Hooker, fundó la revista Nature. El X-Club fue fundado con el objetivo de “promover el darwinismo y el liberalismo científico” y “fue acusado de ejercer demasiada influencia sobre el ambiente científico de Londres” es decir, del Imperio.

Creo que esto nos puede dar una pista de cómo se impuso el darwinismo y se silenciaron las voces de científicos (verdaderos científicos) discrepantes, como St. George Mivart, un zoólogo evolucionista que derribó con argumentos que se pueden seguir sosteniendo en la actualidad, la idea de la selección “natural”. Naturalmente, a Darwin, al que sus apologistas presentan como “un incomprendido en su tierra”, le hicieron miembro de las más importantes sociedades científicas y a su muerte fue objeto de un funeral de estado en la abadía de Westmister, en la que sólo estaban enterradas cinco personas no pertenecientes a la nobleza.

No pretendo haber dado con la explicación total del afianzamiento de una “teoría” de semejante valor científico, porque, además las condiciones sociales, culturales e históricas eran las adecuadas para su recepción, pero creo que en Huxley está la clave o, al menos, una parte fundamental de ella, que sigue manteniendo su peso en la actualidad. El “orden social en el que la ciencia y el profesionalismo reemplazasen a los clásicos y el mecenazgo” que el poderoso Huxley “ayudó a construír” fue el resultado de la revolución de la nueva burguesía inglesa surgida de la Revolución industrial. En la segunda mitad del siglo XIX las clases medias de Gran Bretaña adquirieron un poder creciente que fue desplazando a la nobleza y a los terratenientes tradicionales. Este nuevo poder luchaba por una reforma en la administración y por una educación laica que, entre otras cosas, liberase a la ciencia (y a ellos mismos) de la tutela de la iglesia establecida, justificadora del orden social tradicional. El darwinismo de Huxley fue la base ideológica de esta “revolución” de la burguesía, que justificaba su acceso al poder mediante “la lucha por la vida” y “la supervivencia del más apto” (conceptos que, como es sabido, John Rockefeller y otros magnates norteamericanos “hechos a sí mismos” abrazaron con entusiasmo). El azar y la selección “natural” era la forma de rebatir “la intervención divina” en la explicación del mundo. De liberarse de la tutela del poder eclesiástico. El resultado es que convirtieron a “la Ciencia” en la nueva religión. Y al darwinismo en la explicación “total” de la vida. De la realidad.

Y quizás esta concepción “religiosa” de la ciencia esté en el origen del encendido debate que, desde el punto de vista científico es absolutamente incomprensible, entre los darwinistas y los creacionistas. Desde luego, tiene mucho de debate artificial, porque es utilizado por los darwinistas para atribuirse el papel de defensores de “la ciencia” frente al oscurantismo de la religión, (que es lo que en la iconografía darwinista representa el debate entre Huxley y el obispo Wilbeforce) y para arrojar dudas sobre los no “creyentes” en Darwin, pero también puede tener un componente de debate “religioso” de raíz anglosajona que en nuestro país, al igual que la concepción darwinista-calvinista de la vida, de las relaciones entre los seres vivos, incluido el Hombre es, simplemente, otra “importación” cultural.

Desde luego, Sir Thomas Henry Huxley tenía mucho poder. Y es necesario mucho poder y mucha capacidad de control de las instituciones científicas para conseguir elevar a un hombre con una mente tan “sencilla” a la categoría de “genio” que nos trajo “la verdad” (porque todas las religiones necesitan de un “profeta”). Pero el sencillo, el desconcertado Darwin no parecía acabárselo de creer a juzgar por cómo finaliza sus reveladoras memorias: “Con unas facultades tan ordinarias como las que poseo, es verdaderamente sorprendente que haya influenciado en grado considerable las creencias de los científicos respecto a algunos puntos importantes”. Aquí, reclamo la atención del lector para que repare en la frase “algunos puntos importantes”, porque el darwinismo de los darwinistas no era el de Darwin, sino una “selección” (y, por tanto, artificial) de las confusas ideas, ya mencionadas, de Darwin que les resultaban más convenientes, es decir, “el azar” y la selección “natural”, con todo lo que ésta implica. Es más, cuando, al final de su vida, comenzó a entender algo de la evolución, Darwin abandonó el concepto de selección “natural” y en su lugar propuso la Pangénesis, una idea confusamente lamarckiana, según la cual, cada órgano segregaba unas “gémulas” por la que se transmitían a los descendientes los caracteres adquiridos por los progenitores por la influencia del ambiente. Cabe suponer que pensó que le concederían tanta autoridad como cuando propuso la selección “natural”, pero su primo Sir Francis Galton le disuadió de la idea, incluso publicó un artículo atacándola. Se puede comprender perfectamente por qué, teniendo en cuenta que Galton fue el fundador oficial de la eugenesia.

Aunque no es así como nos lo cuentan en las “hagiografías” sobre Darwin, si relacionamos los datos históricos con su propia narración de los hechos, parece claro que el pobre, el desconcertado Darwin, fue tomado bajo la “tutela” de unos cuantos hombres poderosos (Hooker, Lyell, Galton, pero sobre todo Huxley) que tenían las ideas muy claras sobre lo que significaba la “explicación” de la vida y la justificación de las terribles condiciones sociales y coloniales de la época, y que fueron “asesorando” a Darwin en la elaboración de su “gran obra” y a lo largo de las sucesivas correcciones y ampliaciones de las otras siete ediciones sucesivas y le fueron “explicando” cuales de sus ideas eran las adecuadas. En su autobiografía, el dócil Darwin comenta: “No tengo la gran presteza de aprehensión o ingenio, tan notable en algunos hombres inteligentes, por ejemplo Huxley”. Efectivamente, el inteligente Huxley fue el que le sugirió que introdujese el término evolución en la sexta edición de su libro. Al parecer, Darwin no sabía que era de eso de lo que pretendía hablar en “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia”.

Pero no se puede eximir al “pobre Darwin” de toda la responsabilidad sobre la repercusión de sus ideas. En su segunda “gran obra” en la que al decir de nuestros más prestigiosos historiadores de la Ciencia “situó al Hombre en su lugar en la Naturaleza” y que nos han transmitido como “El origen del Hombre”, pero que también tenía otro título tan significativo como “El ascenso del Hombre y la selección en relación al sexo”, Darwin nos transmite muy claramente cual es el significado real que para él tenía el concepto de selección “natural”. Cual era el “estado evolutivo” de los “pueblos salvajes”, de “el negro”, incluso de la mujer, como veremos más adelante. Cómo era el “ascenso” gradual que llevaba a la cumbre de la Humanidad en la que, lógicamente, estaban situados los hombres de su casta social “de los que dependía todo progreso”. Pero sus ideas no sólo comprendían una justificación de la situación. También proponía “soluciones” a los problemas que planteaban los individuos “inferiores”; la eliminación de los “inadecuados”: “Es incalculable la prontitud con que las razas domésticas degeneran cuando no se las cuida o se las cuida mal; y a excepción hecha por el hombre, ninguno es tan ignorante que permita sacar crías a sus peores animales”. Porque, según su “base teórica”, es decir la selección de los ganaderos “la transmisión libre de las perversas cualidades de de los malhechores se impide ejecutándolos o reduciéndolos a la cárcel por mucho tiempo” ya que “en la cría de animales domésticos es elemento muy importante de buenos resultados la eliminación de aquellos individuos que, aunque sea en corto número, presenten cualidades inferiores”. Es comprensible que las autoridades darwinistas no hagan mucho hincapié en que se lea directamente a Darwin. Ya se encargan ellos de transmitirnos el “verdadero mensaje” lleno de amor al Hombre y a la Naturaleza que se ocultaba en sus, al parecer, cabalísticos textos. En cualquier caso, sobre “El origen del hombre” suelen hablar de pasada, pero lo cierto es que es un libro que tuvo una gran influencia y terribles consecuencias sociales e históricas en la primera mitad del siglo XX, pero que parece que aún no han terminado. En el libro de Darwin, repleto de argumentos sobre las razas inferiores, los obreros y los “degenerados y, con frecuencia, viciosos” en una gama que abarca (y lamento parecer excesivo, pero es la impresión que me producen) desde repugnantes hasta ridículos, cita como autoridades a personajes cuyas ideas mostraban un profundo desprecio por los marginados y “las razas inferiores”, por ejemplo los irlandeses, pero principalmente, a su primo Sir Francis Galton, primer presidente de la Sociedad eugenésica.

Y este ha resultado ser otro hilo conductor más entre la trama que sostiene el darwinismo en la actualidad. La eugenesia, la repugnante ideología que propugna el impedimento de la reproducción de las personas “inadecuadas”, con “genes malos”, no quedó limitada a los victorianos acomodados que se consideraban la representación de “la culminación de la evolución”. Al eugenismo de los Huxley, los Galton, los Darwin, cuyos descendientes ocuparon cargos prominentes en las sociedades eugenésicas (Leonard Darwin sucedió a Galton en la dirección de la Sociedad Eugenésica y fue el que introdujo la eugenesia “negativa”, es decir, la prohibición de reproducirse a los débiles e “imperfectos” física o mentalmente), le siguió la extensión de estas ideas en el ámbito científico, como consecuencia de la “evidencia” de la necesidad de “mejorar” a la Humanidad según las ideas de Darwin. De hecho, todos los matemáticos y genetistas implicados en la “creación” de la genética de poblaciones con el objetivo de “demostrar matemáticamente” cómo la selección natural podía “fijar” variaciones “imperceptibles”, eran eugenistas, porque las ideas de cambio (“ascenso”) gradual y, sobre todo la selección “natural” son las bases fundamentales de esa ideología.

No voy a repetir aquí las terribles consecuencias que las aplicaciones de estas ideas tuvieron para millones de pobres gentes porque se podrán ver más adelante, pero sí quisiera añadir algunas de las documentaciones que no había conseguido para los textos que componen este libro y a las que he tenido acceso recientemente. Las ideas eugenésicas no han desaparecido. Las sociedades eugenésicas norteamericanas han cambiado de nombre en la actualidad (The Society for the Study of Social Biology, por ejemplo) aunque en Gran Bretaña mantienen denominaciones más elocuentes, como el Galton Institute, y se mantienen en prestigiosas universidades. Pero la conexión más reveladora es la que surge a partir de la entrada de los grandes magnates mundiales en el campo de la genética molecular, la “biotecnología” y los “estudios sociales”, con nombres como Rockefeller, Rostchild, Carnegie… y su apoyo a actividades claramente encaminadas a prácticas eugenésicas en las que han contado con el apoyo de prestigiosas instituciones oficiales, el respaldo “científico” de famosos comunicadores sobre “la naturaleza” y la complicidad de los grandes magnates de la información. El reducido número de personas que están detrás de la industria farmacéutica, de la biotecnológica, de los transgénicos… y de la información, tienen mucho dinero y, por tanto, mucho poder. No quiero profundizar aquí en este tema porque podría ser acusado de “conspiranoico”, un término acuñado por los “creadores de opinión” (estos mismos magnates han creado centros para “crear opinión” mediante la difusión de tópicos), para los que denuncian estas maquinaciones. Prefiero que el lector investigue por su cuenta, por ejemplo sobre el Tavistock Institute. Pero sí quiero decir que mi búsqueda de información sobre estos temas me ha llevado a comprobar que el Mundo está en manos de verdaderos paranoicos (por cierto, como es lógico, fervientes creyentes en la selección “natural”), que han adquirido tanto poder que se sienten autorizados para decidir el destino de la Humanidad, y quienes o cuantos les sobran. No es una “teoría conspirativa”. Lo han comentado públicamente y se les puede ver en los medios de comunicación durante reuniones en las que comparten sus preocupaciones “filantrópicas” por el aumento de la población mundial.

Sí, fue necesario mucho poder para implantar el darwinismo y es necesario mucho poder para mantenerlo. Y lo hay, porque es necesario mucho poder y mucha capacidad de control de la información, (los países “avanzados” somos las sociedades más condicionadas, más manipuladas mentalmente de la historia), y de control de la Ciencia para mantener esta situación científicamente irracional. Para imponer una concepción de la Naturaleza, de la vida, tan terrible para los ciudadanos de a pie, pero tan útil para los poderosos. Comprendo perfectamente a mis colegas que me acusan de “mezclar Ciencia con ideología”, porque “la Ciencia” debería de ser una búsqueda del conocimiento liberada de prejuicios. Pero yo les sugeriría que reflexionasen sobre qué están realmente diciendo cuando hablan de genes “egoístas”, de competencia celular, de coste-beneficio, de ventajas adaptativas o de éxito evolutivo… de selección “natural”. Que piensen si esas son “descripciones objetivas despojadas de ideología”. Que los científicos más premiados reflexionen sobre qué es lo que están comunicando a la sociedad cuando afirman que “la competencia está en la naturaleza humana” y los que triunfan son “los mejores”, que el comportamiento humano está “en los genes” o que “cambiar genes es algo trivial”.

La imposición de la interpretación “patológica” de una Naturaleza, de una vida regida por el egoísmo y la competencia y en la que el “éxito” es para “los más aptos” ha llevado a que las sociedades se hayan convertido en un inhóspito campo de batalla en el que el individualismo, la competencia, y la soledad son las que rigen las relaciones humanas, y a convertir a la Naturaleza, un ente inerte en el que sus componentes son, simplemente, “recursos naturales” y en la que todos son “competidores”, en un ecosistema en creciente degradación, cuyo desequilibrio pronto conducirá a que la vida de los seres humanos se convierta en una verdadera “lucha por la supervivencia” si no reaccionamos a tiempo.

No se puede dominar, controlar a la Naturaleza. Es infinitamente más poderosa que los hombres y tiene sus propias “reglas”. Las interpretaciones derivadas de la concepción reduccionista (simplista), competitiva, regida por “el azar”, y las actuaciones derivadas de ellas, es decir, la lucha contra las bacterias y los virus, las manipulaciones de procesos no bien comprendidos y menos controlados se pueden convertir (de hecho, ya se han convertido) en un peligro a añadir a los derivados del cruel sistema económico (que comparte sus raíces, incluso el vocabulario, con la concepción darwinista de la realidad) que ha dejado a la Humanidad en manos de personas insaciables y sin escrúpulos.

Esto que voy a decir puede resultar poco estimulante para los lectores que hayan tenido la paciencia de llegar hasta el final de este prólogo pero, si he de ser sincero, no tengo la menor esperanza en que este aberrante estado de cosas cambie. El asfixiante poder de manipulación, de control de la información que se ha puesto especialmente de manifiesto durante este “año de Darwin” con las narraciones repletas de omisiones, medias verdades y mentiras completas, con la colaboración de “estómagos agradecidos” e incluso de sus propias víctimas convencidas de estar defendiendo a “la ciencia” de los ataques del oscurantismo creacionista, no va permitir una reflexión sosegada sobre lo que significan los nuevos conocimientos sobre la Naturaleza. Unos conocimientos reales que, a pesar de que han sido arrollados por las grandes perspectivas de las aplicaciones de las manipulaciones genéticas para “el desarrollo” y “la competitividad” anunciadas por los grandes medios de comunicación, nos muestran una Naturaleza de increíble belleza y complejidad, de integración, de comunicación entre los organismos y el ambiente, en la que todos sus componentes son necesarios para su funcionamiento equilibrado. En la que todos, especialmente las astronómicas cifras de bacterias y virus en que vivimos inmersos, en nuestro interior y en nuestro exterior, en los mares y en los suelos están conectados en una compleja “red de la vida” que comunica el mundo orgánico con el inorgánico y que convierte a la Naturaleza en algo vivo. Con ganas de vivir. Pero nos la están matando.

No. No parece que los que gobiernan el Mundo vayan a permitir que el Hombre se reconcilie con la Naturaleza. Que recupere la antigua sabiduría. Hemos tenido mala suerte.
Pero hubiera sido bonito…

Alcalá de Henares, 18 de Agosto de 2009

Nota de ZC: Este libro puede conseguirse en varias librerías, reales y virtuales. Por ejemplo, en la casa del libro; o directamente desde la editorial "Ediciones Crimentales"

En latinoamérica, puede adquirise en esta página.

Sería muy recomendable adquirir el libro previo del Dr.Sandín, que se titula "Lamarck y los Mensajeros"