El filósofo alemán Arthur Schopenhauer escribió obras de mucha trascendencia filosófica. Aun cuando muchas aspectos de su filosofía no son compartidos por mí, pienso que algunas de sus reflexiones tienen un valor práctico inestimable, y encierran una gran sabiduría de vida y experiencia práctica. En esto se distancia Schopenhauer del intelectualismo prevaleciente en muchos filósofos, que parecen estar más interesados en juegos verbales y en retórica abstracta, con poca o ninguna aplicación en la práctica.
Los consejos de Schopenhauer que comparto con los lectores han sido tomados básicamente del libro Parerga y Paralipomena.
1-Sobre las discusiones, las disputas y los debates, Schopenhauer señala: "Al igual que en los torneos solo se admitía a personas de igual calidad, el docto no debe ponerse a disputar con personas indoctas. En efecto, contra ellos no podrá utilizar sus mejores argumentos, dado que les faltan los conocimientos necesarios para comprenderlos y sopesarlos. Si, con todo, intenta hacérselos comprender para salir de tan penosa situación, la mayor parte de las veces no lo conseguirá; es más, en ocasiones a un contraargumento defectuoso y tosco, los indoctos parecerán tener más razón a ojos de otros oyentes igualmente ignorantes"
Schopenhauer también concluyó: "La gente tal y como es por regla general, toma a mal que no se comparta su opinión... De una controversia con ellos, la mayor parte de las veces lo único que sacaremos será una gran irritación, puesto que no solo tendremos que enfrentarnos a su incapacidad intelectual, sino que muy pronto también a su baja estofa moral"
Esta reflexión encierra, a mi modo de ver, una extraordinaria lección de vida. Los puntos que me interesan enfatizar de ese texto son los siguientes:
-Docta es aquella persona que a fuerza de estudios, ha adquirido más conocimientos que los comunes u ordinarios. Sin embargo, nadie conoce todo; por lo que podemos ser doctos y expertos en un tema (o en varios), a la vez que ignorantes en otros asuntos. De hecho esto es inevitable, y se constata en el hecho de que expertos en un área les toma toda la vida conocer a fondo su tema, y aun así piensan que no conocen todo lo que hay que saber al respecto.
-Si uno domina o conoce un tema con profundidad, no vale la pena ponerse a discutir sobre ellos con personas ignorantes de esos temas. Casi siempre una persona ignorante no solo ignora el tema en cuestión, sino que además es ignorante de que ignora (esto es, es ignorante de su propia ignorancia). Esto se traduce en soberbia y prepotencia, que tiende a veces a ser proporcional al nivel de ignorancia de la persona.
En estos casos, el ignorante en un tema no admitirá su falta de conocimientos, sino que se aferrará a su tesis inicial por más absurda, falsa o irracional que sea. Esto se debe en parte al ego del ser humano, que busca tener razón (para no sentirse intelectualmente inferior), y en parte a cierta incapacidad autocrítica, especialmente manifiesta en sujetos fanatizados.
-Los argumentos que valdrían frente a un experto, pueden no valer nada o ser pisoteados descarada, cínica y arrogantemente por el ignorante. La razón es que el experto conoce la importancia, pertinencia, relevancia, profundidad o dificultad del argumento presentado, mientras que el ignorante responde con lo primero que su prejuicio o emociones lo estimulen a formular como réplica.
En parte, esta es la razón por la que los sabios tienden a ser prudentes y no afirmar las cosas en forma tajante y dogmática. Son conscientes de la falibilidad del juicio humano (incluyendo su propio juicio), y del hecho de que las opiniones una vez tenidas como ciertas, son luego reevaluadas a la luz de nueva experiencia o cambio de perspectiva.
-Generalmente, el ignorante discute para ganar la discusión o buscar reconocimiento personal o protagonismo; mientras que el docto, quien frecuentemente busca el conocimiento en forma honesta, solo participa en la discusión si considera que de ella puede aprender algún nuevo conocimiento que lo enriquezca.
2- En relación con la lectura excesiva, Schopenhauer señaló: "Leer mucho priva al espíritu de toda elasticidad, al igual que la presión continua de un peso se la quita a un resorte, y el medio más eficaz para no tener ideas propias es abrir un libro tan pronto dispongamos de un minuto de ocio. Así es como la erudición hace a la mayoría de las personas aun más aburridas y necias de lo que son ya por propia naturaleza"
Hay que tomar en cuenta que Schopenhauer no está atacando a la lectura como tal, sino al exceso de lectura, la cuál tiende a embotar el verdadero entendimiento y la originalidad del pensamiento.
Es frecuente conseguir personas eruditas (en el sentido de que han leído mucho), ser bastante necias y hasta irracionales.
También, sobre el aburrimiento de estas personas, se puede apreciar con mayor claridad en el caso de los "nerds", o las personas obsesionadas con un solo tema. Estos individuos parece que reducen su vida a un solo tema (del cuál aparentemente saben mucho), pero dejan por fuera otros aspectos de la vida. Una conversación con ellos nos aburre a los 5 minutos de haberla iniciado, y el caracter repetitivo de su discurso no solo nos causa tedio, sino a veces también irritación.
3-Sobre los eruditos y genios, Schopenhauer escribió: "Eruditos son quienes han leído en los libros; pensadores, genios, lumbreras y benefactores del género humano son quienes han leído directamente en el libro del mundo"
Mucha gente prefiere leer en los libros, lo que podría conseguir observando la realidad, y aprendiendo por experiencia propia y ajena. Esta tendencia al intelectualismo en algunos casos es perjudicial, porque deforma la realidad para adecuarla al particular prejuicio intelectual que se tenga.
4-Acerca de los críticos, Schopenhauer escribió: "Hay críticos que piensan que les corresponde decidir a ellos qué es bueno y qué es malo; creen que su corneta de juguete es la trompeta de la fama"
Es frecuente ver en las personas que se autodeniman "críticos" de tal o cuál tema, que habitualmente son sujetos mediocres en la actividad que critican. No tienen méritos objetivos algunos que acrediten su conocimiento, y en la mayoría de los casos son simplemente aficionados y diletantes. Pero su mediocridad, sumada a su necesidad de obtener protagonismo, y a ciertos delirios de grandez intelectual, los lleva a emitir juicios, opiniones y veredictos sobre cualquier tema, o erigirse en jueces morales de los demás.
Quizás deba ser un psicólogo, y no un filósofo, el que explique el motivo de esta conducta frecuente en los "críticos" (hay excepciones, algunos críticos sí están bien informados y su punto de vista vale la pena ser tomado en cuenta).
5-Respecto al conocimiento y su relación con el interés, el filósofo alemán se adelantó a la psicología del siglo XX: "Solo podemos tener un juicio correcto sobre las cosas pasadas y un pronóstico certero de las venideras cuando no nos conciernen en absoluto, es decir, cuando no afectan para nada a nuestros intereses, pues en los casos restantes no somos insobornables, antes bien, sin que nos demos cuenta, nuestro intelecto está infectado y manchado por la voluntad".
Esto deberían tenerlo en cuenta quienes se consideran a sí mismos absolutamente objetivos. Realmente la objetividad absoluta es difícil de lograr, aunque ella debe buscarse constantemente. Y para ello, es importante ser conscientes de que nuestros intereses, deseos, prejuicios, creencias, actitudes y predisposiciones amenazan constantemente e interfieren con nuestros juicios cognitivos, y que afectan la forma en que interpretamos el mundo.
Nadie se dejaría juzgar por un juez parcializado contra nosotros; ni confiaríamos nuestras propiedades a un sujeto que se caracteriza por la deshonestidad y el fraude. Aun en estos casos, los argumentos lógicos pueden enmasrcar una intención determinada, o un fin siniestro (ej: los jueces deshonestos embellecen sus decisiones, aunque éstas ya fueron "decididas" antes del juicio..)
Estas reflexiones de Schopenhauer tienen importancia prática, porque nos previene de las debilidades humanas propias y ajenas. Ilustran facetas del ser humano que se repiten constantemente, y que vale la pena conocer.
Quizá con ello tengamos una vida más feliz, y evitemos errores en nuestra vida cotidiana que de otro modo serían casi inevitables.
Los consejos de Schopenhauer que comparto con los lectores han sido tomados básicamente del libro Parerga y Paralipomena.
1-Sobre las discusiones, las disputas y los debates, Schopenhauer señala: "Al igual que en los torneos solo se admitía a personas de igual calidad, el docto no debe ponerse a disputar con personas indoctas. En efecto, contra ellos no podrá utilizar sus mejores argumentos, dado que les faltan los conocimientos necesarios para comprenderlos y sopesarlos. Si, con todo, intenta hacérselos comprender para salir de tan penosa situación, la mayor parte de las veces no lo conseguirá; es más, en ocasiones a un contraargumento defectuoso y tosco, los indoctos parecerán tener más razón a ojos de otros oyentes igualmente ignorantes"
Schopenhauer también concluyó: "La gente tal y como es por regla general, toma a mal que no se comparta su opinión... De una controversia con ellos, la mayor parte de las veces lo único que sacaremos será una gran irritación, puesto que no solo tendremos que enfrentarnos a su incapacidad intelectual, sino que muy pronto también a su baja estofa moral"
Esta reflexión encierra, a mi modo de ver, una extraordinaria lección de vida. Los puntos que me interesan enfatizar de ese texto son los siguientes:
-Docta es aquella persona que a fuerza de estudios, ha adquirido más conocimientos que los comunes u ordinarios. Sin embargo, nadie conoce todo; por lo que podemos ser doctos y expertos en un tema (o en varios), a la vez que ignorantes en otros asuntos. De hecho esto es inevitable, y se constata en el hecho de que expertos en un área les toma toda la vida conocer a fondo su tema, y aun así piensan que no conocen todo lo que hay que saber al respecto.
-Si uno domina o conoce un tema con profundidad, no vale la pena ponerse a discutir sobre ellos con personas ignorantes de esos temas. Casi siempre una persona ignorante no solo ignora el tema en cuestión, sino que además es ignorante de que ignora (esto es, es ignorante de su propia ignorancia). Esto se traduce en soberbia y prepotencia, que tiende a veces a ser proporcional al nivel de ignorancia de la persona.
En estos casos, el ignorante en un tema no admitirá su falta de conocimientos, sino que se aferrará a su tesis inicial por más absurda, falsa o irracional que sea. Esto se debe en parte al ego del ser humano, que busca tener razón (para no sentirse intelectualmente inferior), y en parte a cierta incapacidad autocrítica, especialmente manifiesta en sujetos fanatizados.
-Los argumentos que valdrían frente a un experto, pueden no valer nada o ser pisoteados descarada, cínica y arrogantemente por el ignorante. La razón es que el experto conoce la importancia, pertinencia, relevancia, profundidad o dificultad del argumento presentado, mientras que el ignorante responde con lo primero que su prejuicio o emociones lo estimulen a formular como réplica.
En parte, esta es la razón por la que los sabios tienden a ser prudentes y no afirmar las cosas en forma tajante y dogmática. Son conscientes de la falibilidad del juicio humano (incluyendo su propio juicio), y del hecho de que las opiniones una vez tenidas como ciertas, son luego reevaluadas a la luz de nueva experiencia o cambio de perspectiva.
-Generalmente, el ignorante discute para ganar la discusión o buscar reconocimiento personal o protagonismo; mientras que el docto, quien frecuentemente busca el conocimiento en forma honesta, solo participa en la discusión si considera que de ella puede aprender algún nuevo conocimiento que lo enriquezca.
2- En relación con la lectura excesiva, Schopenhauer señaló: "Leer mucho priva al espíritu de toda elasticidad, al igual que la presión continua de un peso se la quita a un resorte, y el medio más eficaz para no tener ideas propias es abrir un libro tan pronto dispongamos de un minuto de ocio. Así es como la erudición hace a la mayoría de las personas aun más aburridas y necias de lo que son ya por propia naturaleza"
Hay que tomar en cuenta que Schopenhauer no está atacando a la lectura como tal, sino al exceso de lectura, la cuál tiende a embotar el verdadero entendimiento y la originalidad del pensamiento.
Es frecuente conseguir personas eruditas (en el sentido de que han leído mucho), ser bastante necias y hasta irracionales.
También, sobre el aburrimiento de estas personas, se puede apreciar con mayor claridad en el caso de los "nerds", o las personas obsesionadas con un solo tema. Estos individuos parece que reducen su vida a un solo tema (del cuál aparentemente saben mucho), pero dejan por fuera otros aspectos de la vida. Una conversación con ellos nos aburre a los 5 minutos de haberla iniciado, y el caracter repetitivo de su discurso no solo nos causa tedio, sino a veces también irritación.
3-Sobre los eruditos y genios, Schopenhauer escribió: "Eruditos son quienes han leído en los libros; pensadores, genios, lumbreras y benefactores del género humano son quienes han leído directamente en el libro del mundo"
Mucha gente prefiere leer en los libros, lo que podría conseguir observando la realidad, y aprendiendo por experiencia propia y ajena. Esta tendencia al intelectualismo en algunos casos es perjudicial, porque deforma la realidad para adecuarla al particular prejuicio intelectual que se tenga.
4-Acerca de los críticos, Schopenhauer escribió: "Hay críticos que piensan que les corresponde decidir a ellos qué es bueno y qué es malo; creen que su corneta de juguete es la trompeta de la fama"
Es frecuente ver en las personas que se autodeniman "críticos" de tal o cuál tema, que habitualmente son sujetos mediocres en la actividad que critican. No tienen méritos objetivos algunos que acrediten su conocimiento, y en la mayoría de los casos son simplemente aficionados y diletantes. Pero su mediocridad, sumada a su necesidad de obtener protagonismo, y a ciertos delirios de grandez intelectual, los lleva a emitir juicios, opiniones y veredictos sobre cualquier tema, o erigirse en jueces morales de los demás.
Quizás deba ser un psicólogo, y no un filósofo, el que explique el motivo de esta conducta frecuente en los "críticos" (hay excepciones, algunos críticos sí están bien informados y su punto de vista vale la pena ser tomado en cuenta).
5-Respecto al conocimiento y su relación con el interés, el filósofo alemán se adelantó a la psicología del siglo XX: "Solo podemos tener un juicio correcto sobre las cosas pasadas y un pronóstico certero de las venideras cuando no nos conciernen en absoluto, es decir, cuando no afectan para nada a nuestros intereses, pues en los casos restantes no somos insobornables, antes bien, sin que nos demos cuenta, nuestro intelecto está infectado y manchado por la voluntad".
Esto deberían tenerlo en cuenta quienes se consideran a sí mismos absolutamente objetivos. Realmente la objetividad absoluta es difícil de lograr, aunque ella debe buscarse constantemente. Y para ello, es importante ser conscientes de que nuestros intereses, deseos, prejuicios, creencias, actitudes y predisposiciones amenazan constantemente e interfieren con nuestros juicios cognitivos, y que afectan la forma en que interpretamos el mundo.
Nadie se dejaría juzgar por un juez parcializado contra nosotros; ni confiaríamos nuestras propiedades a un sujeto que se caracteriza por la deshonestidad y el fraude. Aun en estos casos, los argumentos lógicos pueden enmasrcar una intención determinada, o un fin siniestro (ej: los jueces deshonestos embellecen sus decisiones, aunque éstas ya fueron "decididas" antes del juicio..)
Estas reflexiones de Schopenhauer tienen importancia prática, porque nos previene de las debilidades humanas propias y ajenas. Ilustran facetas del ser humano que se repiten constantemente, y que vale la pena conocer.
Quizá con ello tengamos una vida más feliz, y evitemos errores en nuestra vida cotidiana que de otro modo serían casi inevitables.