No les voy a contar mucho sobre esta excelente película, porque la idea es que la vean ustedes mismos. Solo les diré que el film trata sobre Klaatu, un extraterrestre humanoide que llegará a la tierra a bordo de un indestructible robot armado para dar un importante mensaje a la especie humana. Viene para advertir a los líderes mundiales que su ataque continuado conducirá a la aniquilación de la especie y la destrucción del planeta.
Esta película me encantó. Lo mejor de ella es que aporta elementos muy interesantes para la reflexión individual y colectiva sobre el poder autodestructivo de la raza humana. En especial, nos hace tomar conciencia del hecho de que el avance tecnológico no necesariamente va de la mano del avance espiritual y moral; y que si bien podemos estar muy desarrollados tecnológicamente, ese avance en sí mismo es irrelevante (y hasta peligroso) si no está guiado por altos niveles éticos y morales, por una evolución en el plano espiritual, ya que la tecnología es solo instrumental para el ser humano (es decir, es un medio o instrumento al servicio de ciertos fines), no una finalidad en sí misma.
Por ejemplo, disponer de la tecnología suficiente para destruir el mundo puede ser científicamente interesante (es decir, puede estimular la curiosidad científica sobre el dominio técnico que el ser humano ha alcanzado), pero más importante aun es el problema humano que eso implica (ej: la posibilidad de que esa tecnología caiga en manos inescrupulosas, las consecuencias que su posible empleo puede tener para la existencia y supervivencia de la raza humana, el dudoso carácter racional de disponer de un arma que, de emplearse, no solo destruye al enemigo sino que puede destruirnos a todos también, etc.). Este último problema no es científico ni técnico, sino ético, porque se refiere a los valores y fines que guían nuestra conducta individual y colectiva.
La técnica y la tecnología son instrumentales, son medios o instrumentos cuyo empleo satisface mejor los fines, metas y objetivos que nos hemos propuesto. Estos fines y metas están fuera de la ciencia y la técnica en cuanto tales, pero caen directamente en el ámbito ético y espiritual de la existencia humana. Y es esta la dimensión esencial de nuestra vida, porque es la que le aporta un sentido y finalidad especial, la que de algún modo justifica nuestras acciones y, en definitiva, nuestra existencia.
Les recomiendo esta película a todos los que quieran entretenerse y al mismo tiempo reflexionar sobre todos estos temas.