DARWIN, LAS IDEAS DOMINANTES Y LOS QUE DOMINAN
Décima entrega: EL PODER DE LAS IDEAS, LAS IDEAS DEL PODER
Máximo Sandín
Décima entrega: EL PODER DE LAS IDEAS, LAS IDEAS DEL PODER
Máximo Sandín
“¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Una solución para todos los enigmas? ¿Una luz también para vosotros, los más ocultos, los más fuertes, los más impávidos, los más de media noche? ¡Este mundo es la voluntad de poder, y nada más! ¡Y también vosotros mismos sois esa voluntad de poder, y nada más!” F. Nietzsche, La voluntad de poder.
No quisiera dar la sensación de que pretendo adoctrinar o dar lecciones a “mi lector”, porque es posible que en algunos aspectos él me las podría dar a mí. Se trata, simplemente, de exponerle el resultado de lo que desde el punto de vista profesional (tal como se entiende, en la actualidad, esta profesión) sería una pérdida de tiempo. Un despilfarro de oportunidades profesionales motivado por algún tipo de inmadurez o ingenuidad en la concepción de la labor científica.
Cuando un impulso candoroso te incita a profundizar en el núcleo de las ideas que pretenden explicar científicamente la vida, si no te detienes a tiempo, cabe la posibilidad de que la profundización te lleve a salir por el polo opuesto. Y una vez que te has quedado “fuera” es cuando puedes intentar comprender porqué un libro de un nivel científico (e intelectual) como “Sobre el origen de las especies, etc.” se ha convertido en “la mayor proeza del pensamiento humano” y una persona (y una personalidad) como Charles Darwin en un “gigante del pensamiento”. No se trata sólo de que sus ideas fueran tan sencillas que todo el mundo las podía comprender. No se trata tampoco de que, simplemente, reflejasen unas ideas dominantes en la época (y acentuadas en la actualidad). Es necesario mucho poder detrás para imponerlas como “la verdad incuestionable”. Como la “explicación científica” de la vida, de la Naturaleza, de la realidad, de la condición humana…
Porque, ¿cuales son las ideas que nos inculcan bajo esa concepción de la realidad? Se podría decir que la fundamental es que las características de los seres vivos, incluidas las que se refieren a su comportamiento, están rígidamente determinadas por sus “genes”, lo que implica que en una Naturaleza, en un Mundo sumidos en una feroz competencia, en una lucha por la supervivencia sin fin, serán triunfadores los que, por azar, tengan las mejores características en “sus genes”. No es el ambiente el responsable de las capacidades, de los comportamientos. Es un agente cruel, pero pasivo. Sólo “selecciona” a los “más aptos”.
Es fácil constatar cómo, a lo largo de nuestra historia, han ido cambiando las concepciones de la realidad e, incluso, las ideas científicas, en función las ideas dominantes en cada época. Y las ideas dominantes siempre han sido las ideas de los que dominan. Pero no sé si el lector habrá reparado en la capacidad que han alcanzado en la actualidad las ideas dominantes para imponerse, para grabarse en las mentes de los ciudadanos de un modo indeleble. Para crear un Mundo a su medida. Y del mismo modo que nos obligan, contra todas las evidencias de su carácter fraudulento, a mantener un sistema económico rapaz, destructor y desalmado que sólo favorece a los que buscan “su propio interés”, y que han llevado a nuestro planeta al borde del abismo, nos obligan a seguir manteniendo, contra todas las evidencias científicas, una visión de la vida basada en conceptos científicamente insostenibles e historias interesadas y manipuladas sin escrúpulos.
Ahora sí. Ahora no hay más que feroz competencia de todos contra todos. Es el Mundo al que nos han llevado estas ideas. Y si no conseguimos cambiarlas, deshacernos de su lastre, pronto se tratará de una verdadera “lucha por la supervivencia”.
No quisiera dar la sensación de que pretendo adoctrinar o dar lecciones a “mi lector”, porque es posible que en algunos aspectos él me las podría dar a mí. Se trata, simplemente, de exponerle el resultado de lo que desde el punto de vista profesional (tal como se entiende, en la actualidad, esta profesión) sería una pérdida de tiempo. Un despilfarro de oportunidades profesionales motivado por algún tipo de inmadurez o ingenuidad en la concepción de la labor científica.
Cuando un impulso candoroso te incita a profundizar en el núcleo de las ideas que pretenden explicar científicamente la vida, si no te detienes a tiempo, cabe la posibilidad de que la profundización te lleve a salir por el polo opuesto. Y una vez que te has quedado “fuera” es cuando puedes intentar comprender porqué un libro de un nivel científico (e intelectual) como “Sobre el origen de las especies, etc.” se ha convertido en “la mayor proeza del pensamiento humano” y una persona (y una personalidad) como Charles Darwin en un “gigante del pensamiento”. No se trata sólo de que sus ideas fueran tan sencillas que todo el mundo las podía comprender. No se trata tampoco de que, simplemente, reflejasen unas ideas dominantes en la época (y acentuadas en la actualidad). Es necesario mucho poder detrás para imponerlas como “la verdad incuestionable”. Como la “explicación científica” de la vida, de la Naturaleza, de la realidad, de la condición humana…
Porque, ¿cuales son las ideas que nos inculcan bajo esa concepción de la realidad? Se podría decir que la fundamental es que las características de los seres vivos, incluidas las que se refieren a su comportamiento, están rígidamente determinadas por sus “genes”, lo que implica que en una Naturaleza, en un Mundo sumidos en una feroz competencia, en una lucha por la supervivencia sin fin, serán triunfadores los que, por azar, tengan las mejores características en “sus genes”. No es el ambiente el responsable de las capacidades, de los comportamientos. Es un agente cruel, pero pasivo. Sólo “selecciona” a los “más aptos”.
Es fácil constatar cómo, a lo largo de nuestra historia, han ido cambiando las concepciones de la realidad e, incluso, las ideas científicas, en función las ideas dominantes en cada época. Y las ideas dominantes siempre han sido las ideas de los que dominan. Pero no sé si el lector habrá reparado en la capacidad que han alcanzado en la actualidad las ideas dominantes para imponerse, para grabarse en las mentes de los ciudadanos de un modo indeleble. Para crear un Mundo a su medida. Y del mismo modo que nos obligan, contra todas las evidencias de su carácter fraudulento, a mantener un sistema económico rapaz, destructor y desalmado que sólo favorece a los que buscan “su propio interés”, y que han llevado a nuestro planeta al borde del abismo, nos obligan a seguir manteniendo, contra todas las evidencias científicas, una visión de la vida basada en conceptos científicamente insostenibles e historias interesadas y manipuladas sin escrúpulos.
Ahora sí. Ahora no hay más que feroz competencia de todos contra todos. Es el Mundo al que nos han llevado estas ideas. Y si no conseguimos cambiarlas, deshacernos de su lastre, pronto se tratará de una verdadera “lucha por la supervivencia”.