domingo, 3 de agosto de 2008

Arthur Findlay y su libro Al borde de lo etérico: una investigación rigurosa del médium John Sloan


ARTHUR FINDLAY


Leí hace poco la versión digital en español del libro "Al borde de lo etérico", de Arthur Findlay, donde narra en detalle sus experiencias con el médium de voz directa John Sloan.

Según los espiritistas, la "voz directa" se refiere a un tipo de mediúmnidad en donde, a través del médium, se reproducen las voces directas (reales) de personas ya fallecidas; voces que, por su acento, entonación y rasgos particulares, cada asistente puede identificar sin ambigüedad alguna como correspondiente a su familiar o amigo fallecido; incluso, pudiéndose establecer una comunicación fluida con esa persona en el "más allá". ¿Puede usted identificar por teléfono qué familiar o amigo suyo es el que le habla? En la mayoría de los casos, usted podrá hacerlo fácilmente y de forma certera, ya que podrá reconocer los rasgos particulares y expresiones propias de la voz de la persona que escucha. Este es el efecto que provoca la voz directa en los asistentes, quienes tienen la oportunidad de literalmente conversar por varios minutos, y a veces hasta horas, con los "seres fallecidos". Es por esto que los médiums de voz directa, que son relativamente infrecuentes, tienden a ser muy convincente para quienes asisten a sus sesiones.

Personalmente, siempre he sido bastante crítica del espiritismo y de los "médiums" (existen otro tipo de evidencias que apuntan a la posibilidad de que la consciencia sobreviva a la muerte), debido a que muchos de ellos son fraudulentos. Como es lógico, los pseudo-escépticos sustituyen el "muchos" por el "todos", ya que para ellos, debido a su materialismo-ateo, todos los médiums tienen que ser necesariamente un fraude, puesto que es imposible que la consciencia sobreviva a la muerte. Por ese motivo, negarán cualquier posibilidad (casi siempre, con difamación y burla incluida, con juicios de valor y descalificaciones personales; o con retórica y verborrea distractiva) de que estos fenómenos puedan ser reales. Por supuesto, quienes no sean materialistas, no tendrán una convicción filosófica preconcebida sobre la imposiblidad de la supervivencia, y por lo tanto, estarán abiertos a estudiar la evidencia a ver si tal fenómeno es posible o no, si existe o no, si es real o si es un fraude en cada caso) . Estos médiums fraudulentos comúnmente se aprovechan de la credulidad de las personas que han perdido un familiar o ser querido para, mediante trucos y artimañas propias de ilusionistas, hacerle creer que se han contactado con el "más allá", y sacar algún provecho personal (casi siempre económico, aunque también puede ser la búsqueda de reconocimiento).

Pero no todos los médiums siguen este patrón. Algunos de ellos, han sido estudiados por magos e ilusionistas profesionales, que han diseñado experimentos que descartan el fraude, y aun así el fenómeno mediúmnico se ha seguido produciendo consistentemente. Y no se les ha podido pillar en acto fraudulento alguno (por lo que cualquier acusación en ese sentido es gratuita y sin base fáctica alguna... o con base solo en el prejuicio personal), ni se ha reconocido en ellos algún móvil que sugiera una intención fraudulenta.

Pero el caso del médium John Sloan que estudió Findlay es mucho más espectacular, ya que un estudio riguroso y detallado de la evidencia que presenta Findlay lleva a concluir que el fraude no ha sido posible en esos casos; y en los pocos casos donde una explicación convencional es posible, hay fuertes razones para pensar que dicha explicación es absolutamente improbable dadas las circunstancias concretas.

También hay que agregar que Sloan nunca cobró por sus "servicios"; era una persona tímida, no dada a la búsqueda de reconocimiento y fama; no fue nunca hayado cometiendo fraude; permitía en sus sesiones a todo tipo de personas (que tuviese un deseo genuino de explorar la voz directa). En fin, no se comprobó que tuviera un móvil o motivación alguna para hacer "trampa".

Pero no solo eso: Findlay, cuando comenzó su investigación, no creía en la posibilidad de la "supervivencia". Por lo que no era un "creyente" en tales cosas, ni estaba predispuesto a favor de ello (más bien, se podría considerar que estaba predispuesto en su contra). Pero dado el carácter no dogmático ni ideológico de Findlay, y su actitud curiosa y determinada en buscar la verdad objetiva, de contrastar sus prejucios con la evidencia, sintió la necesidad intelectual de explorar, por sí mismo, si Sloan realmente tenía los poderes que muchos le atribuían. Su conclusión, expresada con seguridad (después de 12 años de un estudio riguroso y constante) fue que Sloan es un médium real; y con su libro trata de explicar las razones de ese convencimiento.

El sentido crítico, la consciencia permanente en descartar el fraude (u otras explicaciones normales), el rigor y exhaustividad en los detalles, y otros atributos propios de todo investigador racional y de mente abierta, hacen de este libro una de las mejores evidencias que podrían presentarse sobre posibilidad (¿o existencia?) de la supervivencia de la consciencia.

En este sentido, puedo decir que es uno de los mejores libros que he leído al respecto, a pesar de haber sido escrito en los años 30, y de estar desactualizado en algunas elucubraciones teóricas y científicas que allí se hacen.

Como siempre digo, pienso que cada lector zetético debería leer este libro con mente abierta pero de forma crítica, cuidadosa y atenta; para luego extraer sus respectivas conclusiones personales.

Hay que decir que, en caso de existir realmente la supervivencia después de la muerte, esto plantearía una necesaria revisión de muchos de nuestros conocimientos científicos y filosóficos actuales. Pero un buscador de la verdad objetiva no se refugia solo en las teorías ortodoxas, ni convierte en dogmas o en artículos de fe la opinión mayoritaria ni las ideas oficiales; ni se aferra a las "modas" intelectuales que prevalezcan en su época; sino que está dispuesto a llegar hasta donde las pruebas, su propia experiencia personal, su conocimiento directa y consciencia lo lleve, asumiendo los riesgos que eso implique. Así eso lo lleve a sustentar una opinión heterodoxa o minoritaria, o considerada ridícula, imposible o irracional por quienes siguen siempre las ideas ortodoxas como absolutamente válidas e incontestables.

Son pocos los que se atreven a ello.

Por último, debo decir que tengo la versión digital en español del libro de Findlay, y la pongo gratuitamente a disposición de cualquier lector interesado (solo tiene que mandarme un correo, y le envío el libro digital). Según entiendo, la versión en español de este libro ya no existe en físico, y solo puede adquirirse en inglés; lo que hace aun más valiosa la versión en español...